ANORA: UNA MONTAÑA RUSA CON VODKA Y GLITTER

anora-lulu-petite-crítica

Anora –filme dirigido por Sean Baker y protagonizado por Mikey Madison- es una película que equilibra magistralmente comedia, drama y reflexión social, marcándose como una de las grandes obras cinematográficas del año. Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2024, la cinta aborda temas complejos como las desigualdades sociales, un poco de feminismo sin militancia ni condecendencia y el estigma hacia las trabajadoras sexuales, con una sensibilidad y un humor sorprendente.

La vi en Morelia, hace unos meses y, francamente, me tocó fibras muy sensibles. Supongo que no es una película que ven con los mismos ojos hombre y mujeres, porque cuenta historias distintas aún cuando la vemos desde los ojos de Anora, pero creo que es más dificil de expresar cuando se ve desde los ojos de una trabajadora sexual.

 

Advertencia: El texto no contiene spoilers explícitos, pero entre líneas pueden adivinarse algunos derroteros. 

 

Ser el buffet, no la fiesta

Quizá no lo sepas, pero, más allá de mi gusto amateur por el cine, soy trabajadora sexual. Más allá de la película, está la experiencia personal de verla, de conectar con una historia que, para mí, resonó en formas inesperadas. Quizá tampoco lo sabías, pero hace unos años publiqué en Editorial Selector un libro llamado «Los Secretos de Lulú Petite». Mi libro es una “comedia” en la que cuento mi “tragedia”. En él narro historias de chicos riquísimos, de esa riqueza obscena, abrumadora, con quienes yo y compañeras escorts vivimos romances entre excesos y fiestas, muy al estilo de lo que ocurre en la película.

Esa misma historia la vivimos muchas veces. A veces acababa bien, casi siempre mal, y en ocasiones en tragedia. Yo tuve a mis Vanyas, sin duda, y a mis Igores… Gente de un nivel de poder económico y político que rebasa lo que cualquiera podría imaginar. Anora, de alguna manera, me devolvió a esa época. Una época loca, divertida, dura y desgarradora. Doy fe de que Sean Baker hizo su trabajo. Retrata, con cierto lente de caramelo, un oficio controvertido, pero lo humaniza poniéndonos en la piel de Anora y ayudándonos a empatizar con ella y sus luchas internas y rutinas.

Te puede interesar:  Las 10 mejores películas de 2024, según los colaboradores de Filmsteria

La película también presenta una realidad que se vive día a día en el mundio escort. La mayoría que estamos en esto (me refiero al trabajo sexual independiente, sin trata o explotación) somos mujeres de clase media a baja cuyas historias de vida nos llevó a un dificil estilo de vida. En esa vida, la clientela regular es clase media alta (esa que aparece al principio de la película), pero siempre aparece en el camino uno o más hombres, a veces jóvenes, a veces adultos, que pertenecen a un grupo social absolutamente inaccesible, cuya riqueza es tan desmesurada, que en una noche pueden derrochar el dinero que una persona promedio puede ganar en toda su vida.

Y muchas escorts conocemos esa vida y sabemos que somos parte del buffet, no de la fiesta, pero nunca falta el morro que piensa que se enamoró, que hace promesas, que ilusiona a las que se dejan ilusionar e historias como las de Anora realmente suceden. Me consta. Anora me lo hizo vivir como un recuerdo en celuloide, como una ventana a un tiempo superado, a una colección de recuerdos. La película es como ese recuerdo: una comedia que disfraza una tragedia.

 

Cuando Richard Geere es un mocoso ruso

La historia sigue a Anora, una stripper de Nueva York, quien entabla una relación con el hijo de un oligarca ruso, Iván. Lo que parece ser un romance lleno de clichés se transforma en una exploración única de la vida moderna y los vínculos humanos. 

En el principio de «Anora», los vasos comunicantes con «Pretty Woman» son claros y deliberados: ambas presentan a una trabajadora sexual atrapada en la cotidianidad de su vida, cuando un hombre rico e impulsivo irrumpe y altera su mundo. Hay una frase que es casi una calca:

-Te ofrezco 10 mil dólares

-Que sean 15, en efectivo y por adelantado

-Ok

-Habría aceptado los 10

-Si fuera tú, no habría aceptado por menos de 30

Al igual que Vivian en Pretty Woman, Anora se muestra como una mujer práctica y decidida, pero con una vulnerabilidad oculta que comienza a emerger cuando las promesas de un romance improbable asoman. 

Sin embargo, mientras Pretty Woman se inclina por el cuento de hadas edulcorado, Anora pone de inmediato su propia marca: las luces de neón no son románticas, las secuencias explicitas del oficio de stripper con diferentes hombres, las tácticas para sacarles el mayor dinero posible, la rivalidad entre compañeras, la sororidad con otras, el acuerpamiento en un mundo hostil y sórdido, nos alejan desde la entrada de la premisa del cuento de Cenicienta.

anora-e-ivan

Desde luego, la relación con Iván tiene un aire de caos y desenfreno que anuncia que esta no será la típica fantasía de cuento de Hadas. Es un paralelismo que, lejos de imitar, busca subvertir las expectativas desde el inicio, poner el referente para aniquilarlo.

A través de un giro narrativo inesperado, la película evita caer en tragedias comunes del género (sobredosis, estafas o muertes), optando en cambio por desarrollar una comedia de situaciones absurdas y profundamente humanas.

Sean Baker dedica los primeros minutos a construir minuciosamente la premisa y el entorno de los personajes, logrando que cada momento sea emocionalmente impactante y visualmente hermoso. Esto da pie a una historia que mezcla la risa y el desamor, permitiendo al espectador empatizar con una protagonista llena de matices.}

 

Mickey Madison: la adorable reina del caos

El alma de la película es Mikey Madison, cuya interpretación de Anora captura toda la complejidad emocional del personaje. Su capacidad para alternar entre vulnerabilidad y fortaleza, comedia y drama, es impresionante. La manera en que se apropia del personaje y se comporta como lo hacemos realmente las trabajadoras sexuales, donde la calculadora y la caja registradora es parte siempre de cada encuentro, pero donde también nos dejamos llevar por los sentimientos y deslumbrar por la riqueza absurda. Cada decisión de Anora, aunque muchas veces cuestionable, está perfectamente justificada en el contexto de su vida y experiencias.

Madison, quien ya ha sido aclamada por este papel, seguramente estará entre las nominaciones al Oscar. Su actuación no sólo genera risas, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre las luchas internas de Anora y su búsqueda de validación en un mundo que la juzga constantemente.

Sean Baker: el maestro de lo incómodamente real

Sean Baker continúa explorando historias de personajes marginales, como ya lo hizo en The Florida Project o Tangerine. En «Anora», utiliza su característico estilo visual: colores vibrantes, iluminación natural y un ritmo pausado que contrasta con los momentos de comedia frenética. Cada escena está cuidadosamente diseñada para mostrar la dualidad de la vida de Anora: la crudeza de su realidad y la belleza de su espíritu.

Además, la inclusión del personaje de Igor, un guardaespaldas ruso, funciona como un espejo del espectador, guiándonos a través de los eventos absurdos y emotivos que ocurren en la vida de la protagonista. Somos los espectadores dándole la bufanda, somos nosotros confrontando a los poderosos y exigiéndoles que se disculpen, somos nosotros rescatando un poco, del bolsillo de Toros, la desolación final.

Visuales y música: del neón a las lágrimas

La cinematografía de «Anora» es un personaje más en la historia. La paleta de colores y el uso de locaciones reales en Nueva York crean un ambiente envolvente que enriquece la narrativa. El vestuario, cuidadosamente seleccionado, ayuda a definir a los personajes y sus circunstancias.

La música complementa perfectamente el tono de la película, oscilando entre temas melancólicos y piezas llenas de energía, reflejando el estado emocional de los personajes.

 

Humor, Drama y… ¿Reflexiones?

La película es mucho más que una comedia romántica. Explora exitosamente las diferencias sociales y abuso de poder: Refleja cómo las estructuras de poder afectan las decisiones de los personajes.

Presenta de manera atrevida el feminismo y el rol de la mujer en la sociedad. Anora es presentada como un personaje empático pero complejo, que desafía estereotipos sobre las trabajadoras sexuales.

Es muy humana en su forma de representar la lucha interna del desamor: Más allá de su relación con Iván, la película muestra el conflicto de Anora consigo misma y su búsqueda de propósito. ¿Quién soy? ¿Cuánto valgo? ¿Qué merezco? ¿Cuánto vale una promesa? ¿Cuánto vale una firma? ¿Qué tan grande es el poder?

El humor absurdo de la película sirve para aligerar estas reflexiones, pero también para profundizar en ellas, haciendo que los momentos cómicos se vuelvan aún más significativos.

Como dije antes, en la vida real me toco ver esta historia varias veces. Vivirla en carne propia y en la de colegas. Siempre hay un final y, aún los más buenos, son agridulces. Este oficio es terrible y si pudiera volver atrás y darle un consejo a la niña que, por hambre, dijo sí a esta forma de vida, le diría que diera marcha atrás. Que llevara su vida por otro camino. Anora llorando, enojada al final, en media relación sexual, me recordó eso.

Una película muy recomendable. Segura protagonista de la temporada de premios. Esperemos que Anora ni La Substancia se vean opacados por el bodrio ese que parece ser Emilia Pérez y que viene arrasando con inmerecidos reconocimientos. No otro Crash, no otro libro verde en las ceremonias de premiación. Que se reconozca al cine de verdad, para que Hollywood recupere un poco de su menguada credibilidad