Los festivales de cine suelen ser el semillero de historias dedicadas a examinar la pobreza que se vive en alguna parte del mundo. La denominada pornomiseria se ha convertido casi en un género que los cineastas novatos utilizan para comenzar su carrera.
Para muchos estas películas pueden resultar chocantes. Sin embargo, en ocasiones aparecen algunas propuestas que ofrecen una mirada diferente a un tema por demás socorrido. Este es el caso de Atlantique.
Mucho más que una crítica social
Ganadora del Gran Premio del Jurado de la más reciente edición del Festival de Cannes, la ópera prima de la cineasta franco-senegalesa Mati Diop, aparenta ser una crítica más sobre la desigualdad que impera en el continente africano, pronto descubriremos que la ambición de esta película va mucho más allá.
La historia tiene lugar en Dakar, la capital de Senegal. Ahí, un chico de nombre Souleiman (Traore) se une a sus compañeros de trabajo para que exigir que una constructora les pague un adeudo de casi cuatro meses en su salario.
Desesperado por la falta de pago, Souleiman toma la decisión de aventurarse al mar y emigrar a España, aunque esta acción lo separe de su querida Ada (Mame Bineta Sane). Ella, a su vez, se enfrenta a un matrimonio por conveniencia que sus padres han arreglado con un hombre adinerado de la ciudad y al que ella no quiere ni un poco.
Los eventos que se desarrollan en Atlantique parecen de lo más terrenales, pero de pronto adquieren un tono sobrenatural cuando suceden una serie de extraños eventos que involucran a las mujeres de la localidad. Es entonces que, sorpresivamente, la película se convierte en una historia de fantasmas.
Una cineasta prometedora
Como decía antes, la miseria y la migración ya han sido exploradas ampliamente y en un sinnúmero de ocasiones, pero la decisión de Mati Diop de tratar estos tópicos desde un enfoque sobrenatural resulta bastante ingeniosa.
La directora nos pide que pensemos en la poca (o nula) certeza que tienen los migrantes sobre si encontrarán un mejor destino y que, lleguen o no a tierra firme, muchos estarán condenados a convertirse en cuasi fantasmas para aquellos que los aman.
Si hay un problema con Atlantique, es que nos presenta varias sub tramas y sub textos que no se aterrizan. Se habla de lucha de clases, de empoderamiento y liberación de la mujer, entre otros temas, pero sin llegar a profundizarse.
Pese a ello, la creatividad y sensibilidad mostrada, especialmente para contar los momentos sobrenaturales, dejan ver a una cineasta con un futuro prometedor (no por nada el premio obtenido en Cannes).
Esta extraña, y hasta nostálgica película, pueden encontrarla ya en Netflix, y no deberían perdérsela.