Damos la bienvenida a nuestra nueva colaboradora, Jimena Lipman, teatrera de profesión pero cinéfila por convicción que hoy se estrena en Filmsteria. ¡Bienvenida Jimena!
En el universo moderno de la caricatura, existen aquellas diseñadas ex profeso para el público adulto como principal audiencia (Los Simpson, Futurama, South Park, BoJack Horseman y Rick & Morty, por mencionar algunas) y aquellas específicamente diseñadas para el público infantil.
De estos dos grupos surge un híbrido interesante: la caricatura que, aunque está pensada en un público infantil o juvenil, son los adultos los que se adueñan de ellas. Es el caso de Avatar: La Leyenda de Aang, caricatura creada por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko, en 2005 y que hoy día se puede ver en Netflix.
Una serie no sólo para niños
Con varios elementos místicos, Avatar: La Leyenda de Aang nos transporta a un mundo regido por los cuatro elementos, en donde algunos afortunados nacen con el don de poder manipular alguno de ellos. Sin embargo, solo el Avatar puede manipular los cuatro, y es él (o ella) quien salvará al mundo.
El Avatar de esta historia es Aang, un niño de apenas doce años, descubierto dentro de un iceberg por Katara, una valiente niña de la tribu del agua, y su hermano Sokka, un sarcástico y peculiar joven guerrero.
Durante tres temporadas, seguimos a Aang, Sokka y Katara en su viaje, con el objetivo de que Aang aprenda a manipular los cuatro elementos y pueda ponerle fin a la guerra contra la Nación del Fuego, la cual lleva atacando 100 años a los demás territorios.
Lo primero que destaca de esta serie es el enfoque, sencillo pero no pueril, por momentos complejo en el trasfondo pero sin olvidarse nunca del público infantil
Basta ver el primer capítulo de la serie, donde explican -de una manera simple, pero a la vez hipnótica de lo que se trata el programa. Los capítulos duran apenas 22 minutos, y la historia está llena de personajes entrañables, mucho humor y valiosas lecciones.
A pesar de que pasan cosas bastante fuertes y toca temas como el adoctrinamiento, la guerra, el fascismo, la propaganda, el abandono, la pérdida y el genocidio, siempre tenemos el consuelo de que las cosas, de alguna u otra manera, resultarán bien.
El tono es inocente, sí, pero la serie nos habla con la verdad, habla desde la honestidad, lugar del que debería hablársele siempre a los niños.
La caricatura está disponible en Netflix Estados Unidos desde mayo de este año, y aunque lo ha estado en Latinoamérica por mucho más tiempo, fue durante esta pandemia, que ha experimentado una especie de renacimiento.
Y es que ahí yace su grandeza, porque ha mantenido su relevancia, calidad y capacidad de resonar con cualquiera, a pesar de haberse escrito hace quince años. Varios tuvieron la fortuna de haber crecido con él, y fueron los encargados de urgirnos a nosotros, pobres almas en desgracia, a ver la caricatura.
El visionado desde la adultez nos reencontramos con una caricatura divertida, chistosa y con un arco de personaje notable, no común en las caricaturas “para niños”. Su calidad se mantiene durante las tres temporadas.
Diversidad animada
Otro aspecto a destacar es la diversidad en los personajes. Para muchos niños Avatar fue su primera experiencia de ver a un personaje con su mismo tono de piel en la televisión. A pesar de que Avatar se desarrolla en un mundo que no existe, las culturas en las que se basaron bastante claras, desde la tibetana, nativa-americana, asiática y hasta maya. Todo esto representado con sumo respeto, sin ninguna narrativa del tipo “salvador blanco”, y dándonos la oportunidad a todos de sentir que podemos ser el Avatar, un guerrero, un sabio, un líder, una vidente o un gurú.
Tampoco están ausentes ciertos toques feministas, presentes en personajes femeninos bien estructurados y no solo “fuertes”, como erróneamente suponemos que debe ser hoy en día un personaje “feminista”.
La fuerza recae en su diversidad, en que pueden ser guerreras, curanderas, luchadoras, líderes; en que pueden disfrutar de la atención de los hombres, ser muy femeninas o nada en absoluto, mostrar sus sentimientos u ocultarlos, ser villanas o heroínas, ser felices con un hombre o sin él. Incluso es una delicia el hecho de que varios Avatar a través de la historia fueron mujeres, pero no por el hecho de serlo fueron buenas o malas. Simplemente, fueron.
Avatar: La Leyenda de Aang es una serie para niños pero también puede ser para “grandes”, si logramos (y me permito parafrasear el discurso del ganador del Óscar Bong Joon-ho) superar la barrera de las series animadas.
Según la leyenda, el Avatar es el único capaz de salvar a la humanidad, pero cuando el mundo más lo necesitaba, desapareció. Qué dicha, entonces, que con este renacimiento nos haya encontrado de nuevo, tal vez no para acabar con el Covid o el encierro, pero sí para acompañarnos y consolarlos. El mundo definitivamente necesita algo así.
Jimena Lipman: Teatrera de profesión y fanática de las series. Apenas empezando en el mundo de la crítica. Mi maestro favorito decía que hay que ver de todo, y es lo que intento hacer. Tuiteando de gatitos en @jimena_LM