“La idealización del recuerdo”, la frase sintetiza bien el espíritu de Belfast, la nueva cinta del actor y director irlandés Keeneth Branagh. Nominada al Oscar a Mejor Película, Belfast es su filme más personal donde nos cuenta acerca de su infancia en Belfast, Irlanda, donde el primer amor, las riñas y los problemas familiares no pueden faltar.
En ella, el recuerdo de lo vivido se cuenta en blanco y negro (muy a la “Roma”, guardando distancias). Es a través de los ojos de Buddy (Jude Hill interpretando a Branagh de niño) que visitamos algunos sucesos importantes de su infancia. Precisamente esa mirada es la que hace que el filme en general resulte completamente adorable.
Buddy es un niño envuelto tanto en problemas de adultos como problemas de niño. Por una parte, en su barrio hay una riña de ideología religiosa (lo que historicamente se conoce como The Troubles) donde seguido hay problemas entre católicos y protestantes, y por el otro, no sabe como llamar la atención de la chica que le gusta. Hay que tener el corazón de piedra para no encantarte por el pequeño Buddy.
La mirada infantil
Como toda la película se cuenta desde la perspectiva del chico, muchos detalles de la historia los contemplamos desde la distancia. Buddy se la pasa espiando a sus padres para escuchar sus conversaciones, pero aunque justificada, esa distancia nos aleja del transfonfo político y social de la película. La cinta no puede evitar idealizar o incluso romantizando esos conflictos. Así, la historia se torna manipulaodra con las típicas sencuencias lacrimógenas.
Si bien la puesta en escena nos regala encuadres deslumbrantes, a veces se “abusa” de lo bello, ya que hay escenas que están estéticamente logradas, pero no tienen nada que ver con lo que se cuenta en ella. Por ejemplo, hay una escena de baile que si bien es muy linda, no tiene nada que ver con la historia.
En conclusión, Belfast pudiera ser una feel good movie que a través de la inocencia de un chico de 9 años nos muestra una serie de anécdotas importantes en la infancia del director, y aunque en ocasiones pierde oportunidades, en general es bastante disfrutable.