Transmitida originalmente en los Estados Unidos en enero del año pasado, la más reciente temporada de la serie Billions finalmente encontró casa para ser vista legalmente en México: la plataforma de Universal Plus.
Esta nueva temporada supone un cisma en una serie cuya longevidad ya es indiscutible así como su gusto en la gran base de fans que posee. Y es que la salida de Bobby Axelrod (Damian Lewis) provocó toda clase de comentarios en redes sociales, declarando como muerta la serie.
En la vida real Lewis anunció su salida de la serie, pero dentro de nuestra historia de millonarios, su personaje huye a Suiza dado que sus siempre dudosas prácticas financieras lo ponían en peligro. Una salida casi elegante para el problema.
No estaba muerta…
Entonces, ¿Billions está muerta sin la presencia de Bobby Axelrod? Claro que no. Si esto hubiera pasado en las primeras temporadas seguramente la serie (al aire desde 2016) habría desaparecido, pero lo cierto es que Axelrod ya aparecía la mayor de las veces en videoconferencias por Zoom, por lo que su retiro se siente orgánico.
Además, en lo que a mi concierne, la gran figura de la serie no es Damian Lewis sino Paul Giamatti. Y aquí vale la pena detenernos para dedicar unas palabras a uno de los actores más injustamente infravalorados de Hollywood.
Sideways, American Splendor, Private Parts, Straight Outta Compton, Barney ‘s Version, 12 Year’s a Slave, Saving Private Ryan, The Truman Show…. el rango de este hombre es enorme, y aunque su especialidad son los personajes depresivos, por eso su actuación en Billions es de las mejores: porque no está en el estándar de lo que usualmente Giamatti hace.
Resulta por demás increíble que a este gran actor no le hayan dado ya un Oscar, otra de las tantas deudas de ese premio hacia actores notables.
Nuevos enemigos, nuevos jefes
La gran incógnita de esta temporada es Mike Prince (el gran Corey Stoll), el deca billonario que tomó por asalto Axe Capital al final de la temporada anterior. Prince no resulta tan cautivador como Axe, pero no se dejen engañar por su actitud “buena onda”, en el primer episodio de esta temporada queda claro que lo suyo es el control absoluto, así tenga que poner una moderna correa a todos sus empleados (ya verán a lo que me refiero).
Pero probablemente la mayor sorpresa es justamente Chuck (Giamatti), quien en un giro absolutamente inesperado lo vemos no solo sin su tradicional power suit y vestido con mezclilla y una chaqueta de franela, sino que además está subido a un tractor liderando una revuelta de personas que cargan picos y trinches. ¿Qué diablos?
Resulta que Chuck se ha retirado a su enorme casa de campo (literalmente con vaquitas y cultivos) pero tiene un problema: su vecino, Melville Revere (el gran Michael McKean, lo recuerdan como Chuck en Better Call Saul), es un excéntrico millonario fanático de los tiempos de la Guerra Civil y que posee en su enorme jardín varios cañones de la época lo cuales gusta detonar todas las mañanas y todas las tardes. Esto es intolerable para cualquiera, pero más para Chuck, quien así encuentra a un formidable enemigo por derrotar (y mantenerse algo entretenido) ahora en su retiro.
No hay billonarios honestos
Mientras tanto en la ciudad, la transición entre Axe Capital y Michael Prince Capital no es precisamente tersa. La desconfianza y una latente insurrección ronda por todas partes mientras que Prince le recuerda a sus empleados que él no es Axelrod. Esto detona aún más desconfianza en sus empleados, quienes al parecer padecen de síndrome de Estocolmo: “Solíamos trabajar para un asesino y ¿ahora nos preguntan sobre cómo nos sentimos y si estamos bien en la oficina?”
A pesar de las ausencias, Billions es una serie que puede seguir al infinito: mientras exista la corrupción, las adquisiciones hostiles y la tremenda avaricia en los barones que manipulan el dinero, seguirá siendo fascinante verlos enriquecerse y perderlo todo. Todos los billonarios, al fin y al cabo, son malas personas. Nadie se hace rico a esos niveles siendo honesto. ¿O si?