Black Adam, la moral retrocida de un antihéroe

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Black Adam (EU, 2022) inicia de la peor forma posible: mediante un largo prólogo de exposición narrado con voz en off. Así nos enteramos de la existencia de Kahndaq, un país imaginario del Medio Oriente que vive bajo el asedio militar de una fuerza mercenaria llamada Intergang. Resulta imposible no hacer el símil con el conflicto entre palestinos e iraquíes: la población ha visto pisoteada su cultura y la vida cotidiana pasa entre retenes militares y el asedio de hombres fuertemente armados. 

Estamos en un universo donde Batman, Superman, Aquaman y toda la Liga de la Justicia existe, así que la primera gran pregunta que se hace esta película resulta pertinente: ¿por qué todos esos héroes no hacen algo por este pueblo oprimido bajo la bota militar? Lo malo es que a lo largo de sus casi dos horas de duración, la película no hace el mínimo intento por responder tan importante cuestionamiento. Es un clásico del cine de DC (o al menos del cine de DC bajo el estilo Snyder), hacer preguntas interesantes para luego olvidarse y mejor irse a los madrazos. 

Black Terminator

El caso es que en este lugar hay una mujer llamada Adrianna Tomaz (Sarah Shahi) con habilidades propias de Lara Croft y que en su búsqueda por una corona legendaria (que por alguna razón no puede caer en manos de los malos) despierta de su largo letargo de miles de años al que otrora fuera el campeón de Kahndaq, Teth-Adam (Black Adam, o sea Dwayne Johnson), un superhéroe de la estirpe de Shazam pero probablemente más poderoso: vuela, tiene superfuerza, lanza rayitos y no tiene consideración alguna por la vida humana. De hecho mata a todo aquel que se le ponga enfrente porque el tipo asume que cualquiera que se atreva a enfrentarlo por fuerza es un villano y eso le da licencia para matarlo, ya sea lanzándolo por el aire, golpeándolo, en fin. Una moral por demás cuestionable la de este ¿anti héroe?

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En este momento la película se transforma en Terminator 2 (Cameron, 1991), Dwayne Johnson interpreta a su Black Adam de forma robótica, sin expresiones faciales y con pocas palabras. El pasado de Johnson como luchador “malo” le ayuda a interpretar este papel que por ende le queda a la perfección. 

Para rizar más el rizo, el hijo de Adrianna, Amon (Bodhi Sabongui) se hace amigo de este hombrón golpeador (como el joven John Connor lo hizo con el Terminator) para enseñarle a decir frases pegadoras de antes de matar y en general como ser un “héroe”.

El segundo dilema moral se hace presente: por mucho que este señor vestido de negro pueda salvar al pueblo del yugo militar, el tipo no es sino una máquina de matar. Bajo esa premisa es que de la nada surge la Sociedad de la Justicia. Nunca he entendido la diferencia entre esta y la Liga de la Justicia, excepto que claramente en la segunda están los héroes AAA. 

 

Justice Society

La cosa es que esta Sociedad llega con toda la intención de detener a Black Adam, y razones no les faltan, como ya dije antes el tipo es un gatillo fácil, un asesino que golpea primero y pregunta nunca. Es aquí donde finalmente la película empieza, y empieza bien.

La Justice Society está compuesta por un individuo que tiene alas (nunca se explica si es un chunche tecnológico o qué) llamado Hawkman (Aldis Hodge), un poderoso hechicero que puede manipular la realidad y ver el futuro llamado Dr. Fate (un barbado y canoso Pierce Brosnan, robándose toda la película y sin necesidad de ponerse un traje de héroe) , un joven con capacidad de crecer como un gigante aunque en realidad su misión es ser un comic relief,  Atom Smasher (Noah Centineo), y finalmente una chica con poderes de manipulación del aire pero que en realidad no hace nada, excepto hacerle ojitos a Atom, llamada Cyclone (Quintessa Swindell).

Menos bla bla bla, y más acción. Es aquí cuando la cinta se pone interesante, no solo por las bien logradas escenas de acción sino por el reproche inminente a la Sociedad de la Justicia: ¿dónde estaban todo este tiempo de opresión militar?, ¿por qué hasta que un individuo va a salvarlos se apersonan y no solo eso, sino con la intención de detener a su campeón?, ¿el PRI robó más?

Pero del otro lado tampoco les hace falta razón: no pueden permitir ejecuciones extrajudiciales por parte de un ser mítico. Eso no es justicia.

De nuevo, el planteamiento se hace, pero argumentalmente hablando no sucede nada. Mejor se enfrascan en una batalla que termina destruyendo media ciudad. Por más que sea una secuencia bien planeada, filmada, coreografiada y que tendría muy contento a Michael Bay de tantísimas tomas en cámara lenta, es un escape fácil a un planteamiento difícil y que para entonces ya nos quedó claro que los guionistas (Adam Sztykiel, Rory Haines & Sohrab Noshirvani) no quieren resolver.

 

Pierce, el verdadero héroe

Pierce Brosnan y Aldis Hodge se roban la película. El primero por el tono de ligereza absoluta (no sin un dejo de melancolía) con el que interpreta a su personaje. Hodge por su parte hace interesante a un personaje que francamente no lo era (al menos no en los cómics qué he leído de él, perdón). Hawkman tiene una fuerte convicción moral respecto a lo peligroso que resulta que un super humano vaya por ahí matando “villanos” a diestra y siniestra.

Black Adam tiene innumerables problemas, un guión convulso y enredado, una moral a todas luces contradictoria, muchos diálogos de exposición y un final que no logra (o no quiere) escapar del cliché de toda película de superhéroes: batalla final, mucha acción, y nos vemos en la escena postcréditos.

Pero también es cierto que la película, a pesar de sí misma, logra ser entretenida, que es ya lo mínimo que le pido a este tipo de películas. Hay muchos momentos de humor que funcionan bastante bien (varios de ellos de la mano de Pierce Brosnan), cosa que desmarca a esta cinta del siempre denso universo de Snyder.

 

Dilemas morales

La cinta no debería llamarse Black Adam, sino Justice Society, y es que a pesar del poco tiempo en pantalla para desarrollar a estos personajes, el carisma de sus actores termina por ganarnos, provocando que nos importe su destino.

No obstante los excesos estilísticos (esa machacante cámara lenta), el director Jaume Collet-Serra entrega una cinta que increíblemente sabe caminar entre el pantano de su guión, con escenas de acción bien filmadas, mucho humor, e incluso algunos momentos notables: aquella pelea en el cuarto de Amon (donde Adam destroza los pósters de los héroes de la Liga de la Justicia), las secuencias de acción con la Sociedad de la Justicia y hasta ciertos guiños (unos más logrados que otros), a clásicos de Clint Eastwood.

La principal crítica a Black Adam es que se parece mucho a cosas que ya hemos visto. Claramente el Dr. Fate es el Dr. Strange de Marvel, y lo mismo se puede decir de Atom y Ant-Man o Hawkman y Falcon. Históricamente en los tres casos fue primero DC (los héroes de Marvel son copias de estos). Pero también es cierto que Marvel forjó la idea visual en cine de estos héroes y DC sin empacho retoma las mismas.

Ello no me parece que le reste a la película,en todo caso hay problemas más graves que este.

Es interesante el dilema moral que plantea esta cinta, el mayor de ellos es ¿cómo tener empatía con un personaje tan moralmente retorcido como Black Adam? Ojalá y la película trascendiera a su condición de cine de monitos (de cine “para niños”) y se atreviera a contestar las preguntas que plantea.

Forget it Jake, son cómics.