Identidad, deportivismo y crimen organizado. Estos son los elementos que Gerardo Dorantes triangula en su ópera prima, Correr para vivir, en la que a manera de thriller de acción cuenta un relato sobre la determinación del espíritu humano. Gerardo presenta la historia de Omero y Capó, hermanos rarámuri quienes cruzan camino con un grupo criminal que aprovecha a la fuerza sus habilidades para correr por la Sierra Tarahumara para trasladar droga hacia la frontera con Estados Unidos.
Otro cine comercial
Mucho se dice sobre las dificultades para hacer cine en México. Cierto es que desde hace tiempo tiempo la cantidad de películas producidas en el país aumenta, pero esto no es garantía de un estreno comercial. Tampoco lo es que el público asista a las salas cuando llegan a proyectarse. El cine comercial mexicano de la actualidad ha encontrado fórmulas y tópicos que han acercado al público a las pantallas en las que se exhiben, principalmente a través de un tipo particular de comedias con un puñado de caras ya conocidas.
Por ello sorprende una propuesta como la de Correr para vivir en la cual el tema del crimen organizado se lleva al thriller de acción. De acuerdo con el propio Dorantes, el cine mexicano actualmente tiene dos nichos muy identificados, el comercial y el de festivales, y hay un espacio en medio que pocos están aprovechando y en el cual pretende incidir. La película cuenta con una buena factura y se hace acompañar de las actuaciones de Vladimir Rivera (Omero), Manuel Cruz (Capó), Osvaldo Sánchez (Jacinto) y Eligio Melendez (Aureliano).
Vertiginosa aunque atropellada
Los momentos de tensión y acción de la película están bien logrados. Desde la escena inicial Dorantes ofrece una muestra de la dirección en la que pretende encaminar su largometraje. Ahí cuando vemos a uno de los protagonistas (hasta entonces desconocido por nosotros), correr y detrás de él un tipo que le dispara con un arma larga desde una camioneta en movimiento que le persigue en un paisaje despoblado.
Donde la película flaquea es en su intento por entretejer los hilos temáticos que aborda: la identidad rarámuri, el espíritu ultramaratonista y el crimen organizado. Este último eje atropella a la historia que en momentos se pretende articular en torno a la identidad de Omero, la relación con su hermano, con su padre y su rol en una comunidad conocida por sus habilidades para correr grandes distancias. Además, a pesar de que la actividad física de los rarámuris toma centralidad desde el título, termina por sentirse apresurada en el desarrollo del propio Omero como personaje protagónico.
Una oportunidad en el circuito comercial
Quien decida acercarse a Correr para vivir se va a encontrar una película cuyas escenas de acción transitan a buen ritmo, cuyos momentos de tensión (conducidos principalmente por Jacinto, el antagonista de la historia) son efectivos y que está envuelta en una buena factura. Si bien la cinta presenta problemas para entretejer sólidamente las líneas temáticas que introduce, resulta ser una aproximación diferente al tema del narcotráfico en México. Películas de este tipo, aunque con sus propias historias, se encuentran por decenas cada año en Hollywood y quizás Correr para vivir puede representar una oportunidad para que el cine comercial en México encuentre nuevas formas y nuevos temas.