Para su ópera prima como director, el también actor Max Minghella (hijo de Anthony Minghella, director de The English Patient y escritor de The Talented Mr. Ripley) se decide por una ruta conocida: un relato juvenil que en sus propias palabras es una especie de cuento de hadas modernizado.
Violeta (despampanante Elle Fanning) es una adolescente hija de inmigrantes que vive en un pueblo de Reino Unido. Con el deseo ferviente de salir de aquel lugar, ve una oportunidad cuando en televisión ve la convocatoria para participar en un reality musical televisivo llamado Teen Spirit.
El problema es que, para inscribirse al concurso, necesita un tutor que viaje con ella, y lo consigue en el lugar menos pensado: el bar de mala muerte donde algunas noches canta para ganarse unos centavos. En ese lugar es donde Violet conoce a Vlad (un muy simpático y entrañable Zlatko Buric) un viejo parroquiano asiduo al bar pero que resulta es un ex cantante de ópera venido a menos (mucho menos). Así, esta pareja tan desigual se embarca en la aventura para alcanzar el sueño de Violet.
Se trata pues de una historia que ya hemos visto cientos de veces (desde Flashdance, hasta la Cenicienta, pasando incluso por Karate Kid) pero contada con mucho estilo, buen ritmo, humor y mucho teen angst.
Puede gustarles o no, pero les aseguro que, pase lo que pase, saldrán del cine sin poder quitarse de la cabeza a Elle Fanning cantando Dancing on My Own.