El comediante es el más reciente estreno de cine mexicano de Netflix, una combinación entre drama y comedia que pretende hablar sobre los temores y las inseguridades de toda una generación. La película es dirigida por Rodrigo Guardiola y Gabriel Nuncio y es protagonizada por este último. A pesar de ser la ganadora del Premio Mezcal a la Mejor Película Mexicana de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, ha generado ciertas dudas entre sus espectadores con relación a su personaje protagónico.
Rumbo a los 40 y hacia ninguna parte
Gabriel no la está pasando bien. A punto de cumplir 40 años, el personaje protagonista de El comediante no encuentra estabilidad profesional. Parece haber llegado a un punto en que insistir en el camino del stand-up y trabajar en el guion de una película no lo va a llevar lejos, pero en el que también es tarde para reinventarse y cambiar su trayectoria. A ello hay que sumar el conflicto en el que Gabriel entra con Leyre (Cassandra Ciangherotti), su interés amoroso, cuando ella no toma con gracia el haber sido recuperada en una rutina del comediante.
En este contexto Gabriel recibe una inusual propuesta de parte de su amiga Melissa (Adriana Paz): ella quiere ser madre y que Gabriel contribuya como donador de esperma. Él se ve sorprendido por esta petición, pero acepta y asume que se convertirá en padre. Sin embargo, pronto se dará cuenta que esos no son los planes de Melissa, pues ella no busca en Gabriel un padre para su hijo. Con ello nuestro protagonista parece emprender un viaje hacia ninguna parte, de la misma manera en la que lo hace esta película.
Las angustias de una generación
El comediante intenta recuperar el sentimiento y las angustias propias de una generación. Gabriel pertenece a la Generación Y, popularmente conocidos como millennials, a la cual pertenecemos quienes nacimos en algún punto entre el inicio de la década de 1980 y la segunda mitad de la década de 1990.
Para algunos de quienes estudian estos temas, se trata de una generación solitaria, deprimida y a la que se le dificulta el éxito laboral a pesar de contar con mayores estudios que sus predecesoras. Con todos los matices que esta aseveración pueda tener, la historia presentada en El comediante se ajusta a la misma.
Gabriel es un hombre rodeado de personas, pero solitario. Vive lejos de su familia y los familiares que le quedan cerca no saben ni a qué se dedica y, detrás de la careta de amabilidad, tampoco parece interesarles. Es testigo del éxito profesional de sus amigos pero él sigue sin encontrar su momento y sin poder pagar el sueldo completo de un cerrajero ni un ramo de más de media docena de flores.
En un ejercicio casi biográfico, en el que Gabriel Nuncio se desnuda para hablar a través de sí por una generación, Gabriel, el personaje, se convierte en eco de preocupaciones con las que por su prevalencia sería fácil relacionarse. A pesar de ello, sorprende lo poco que se conecta con el personaje.
Hay de indiferencias a indiferencias
Habrá quien argumente que la indiferencia que el espectador tiene por Gabriel es producto de la indiferencia que padece la Generación Y, lo que representaría un acierto de la película. Esto sería cierto si los errores en el guion y las deficiencias en la interpretación de Gabriel Nuncio no estuvieran a la vista y si no tuviéramos como referencia reciente a Frances Ha (Noah Baumbach, 2012).
Detrás de El comediante hay un argumento rico en vetas para explorar: la representación de una generación, la soledad, la trascendencia y el éxito. Además, escoger como protagonista de una historia apesadumbrada a un comediante, parecía un buen recurso de contraste para tal propósito por nuestras suposiciones sobre la profesión de hacer reír. Sin embargo, el propio guion se empeña en sacar y meter al espectador de manera indiscriminada en estos terrenos.
Que un personaje en pantalla padezca el peso de la intrascendencia no significa que deba ser intrascendente. Esa es la mitad del problema con el personaje de Gabriel, pues la segunda mitad tiene que ver con el trabajo de Gabriel Nuncio en su interpretación al punto de que hay varias líneas que no respetan el timing, lo cual es imprescindible para alguien que se dedica a la comedia.
La ya mencionada Frances Ha es una cinta que tiene éxito donde falla El comediante. El personaje de Greta Gerwig ofrece una mirada íntima a las preocupaciones y carencias de su generación. La construcción de personaje, el guion y el trabajo de Gerwig llevan al espectador a interesarse por su destino. Frances es entreñable a pesar del desinterés que en entorno real muestra por estas personas. Lo que no sucede con Gabriel en El comediante.