El final de The Big Bang Theory: toda sitcom quiere ser Friends

El final de The Big Bang Theory llegó a Amazon Prime Video y Lulú Petite reflexiona en cómo es que todas las sitcoms quisieran ser Friends.

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No exagero. Tampoco afirmo que sea la mejor. En gustos se parten géneros y habrá a quienes les guste más Seinfeld, The Office o muchísimas otras. El caso es que cualquier equipo de producción y cualquier elenco poco conocido sueña, al iniciar una sitcom, correr la suerte de Friends: Rachel, Monica, Phoebe, Ross, Joey y Chandler. Pasar de casi el anonimato a ser referentes culturales y, a 25 años de la emisión de su primer capítulo, mantenerse como uno de los programas de televisión más rentables, tanto en sus emisiones en televisión abierta y de paga, como en plataformas streaming.

Pocas series logran esa hazaña. No hay una fórmula secreta. Si existiera, ya muchos la habrían usado. No bastan las premisas divertidas, ni un buen repertorio de bromas.  No asegura nada tener un elenco de renombre ni altos costos de producción. Creo que es más un asunto de buenos guiones, suerte y, sobre todo, una química perfecta entre los actores y sus personajes.

Digo todo esto porque este viernes Amazon Prime estrenó en su plataforma la temporada final de una de esas pocas series que logró ser Friends. Me refiero a The Big Bang Theory.

Y todo comenzó con el Big Bang…

La serie inició con un elenco central de cinco personajes. Sólo Kaley Cuoco había tenido previamente trabajos medianamente relevantes en televisión, para el resto todo era esperanza. La premisa es sencilla. Penny (Cuoco), una bella aspirante a actriz, se muda frente al departamento de Sheldon y Leonard (Jim Parsons y Johnny Galecki, respectivamente) dos científicos en Caltech, amigos de Howard (Simon Helberg) y Raj (Kunal Nayyar). Naturalmente, Leonard se enamora de Penny.

Evidentemente, The Big Bang Theory refuerza la idea que, en nuestros tiempos, ser geek es cool. Ellos son amantes de la ciencia, de las historias del espacio (Star Trek o Star Wars, especialmente), de los súper héroes (conste que la serie se estrena un año antes que el MCU), de la literatura fantástica (G.R.R. Martin, J.R R. Tolkien), del coleccionismo, de los videojuegos y de los juegos de mesa de rol (Dungeons & Dragons).

Todos los elementos que otrora fueran estereotipo de los marginados sociales, son puestos en personajes que, además exageran esos estereotipos. La rubia tonta, espectacularmente bella, con aspiraciones de actriz y poco talento, el genio con síndrome de Asperger, incapaz de llevar relaciones humanas normales, el tímido científico de lentes, enamorado de su imposible, el joven de la India, paralizado al intentar hablar frente a una mujer, con padres millonarios partidarios del matrimonio arreglado, el judío que vive con su madre, involuntariamente célibe, incapaz de entablar relaciones con mujeres.

Conforme pasan los capítulos y las temporadas es imposible no agarrarles cariño y ver cómo, a pesar de lo aparentemente repetitivos de sus episodios, la química entre ellos, las referencias a la cultura pop, el sarcasmo, los chistes, el ritmo, las apariciones especiales y, sobre todo, el desarrollo de sus personajes, logra que nos vayamos encariñando con la serie y queriendo tanto a sus personajes que lograron convertirse, como lo hicieran sus predecesores de Central Perk, en un referente cultural, en un ícono de esta década.

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Todo llega a su fin

La serie cierra con broche de oro. Sin dar spoilers -aunque ya el final fue ampliamente difundido (se transmitió en mayo de 2019)- puedo afirmar que llega a buen puerto. Con un cierre satisfactorio y un bonito mensaje a su público, especialmente a las mujeres que sueñan con hacer ciencia. Al final, fue una serie sobre ciencia, amistad y sentido del humor que, si no has visto, vale mucho la pena. Seguramente habrá gente durante un muy buen tiempo que siga recordándola.

The Big Bang Theory, además, transmitió su episodio final durante la misma semana que en HBO terminó Game of Thrones. Compitió con un gigante de audiencia. Con un fenómeno televisivo probablemente sin precedentes. La gran diferencia: El final de The Big Bang Theory no decepcionó a nadie, costó muchísimos millones de dólares menos y, probablemente, a estas alturas, ya lo vio la misma cantidad de gente. Esas son las series que hacen historia.

Toda sitcom quiere ser The Big Bang Theory (Prime Video).