“Siento que la preparatoria es endemoniadamente sofocante”, dice Jules (Hunter Schafer) a sus amigas durante el baile de invierno, mientras reflexionan sobre esa etapa en la que todas se encuentran.
Mucho se ha dicho ya sobre la preparatoria, y todo lo que conlleva. Cada generación ha tenido lo suyo. Mis padres, por ejemplo, tuvieron Beverly Hills, 90210. Yo (ya pásenme mi cocol) tuve Skins.
La verdad es que me sentía un poco mal por esta generación Z, porque les habían tocado series lamentables como Riverdale o 13 Reasons Why, hasta que llegó Euphoria, gracias a HBO. Realmente creo que llegó a imponer un nuevo estándar a las series de adolescentes.
Una serie que no te regaña
Para empezar, se agradece muchísimo que a pesar de que toca temas como la adicción a las drogas, el aborto y la violencia en el noviazgo, no lo hace con un tono regañón, tipo libro de Formación Cívica y Ética de la SEP.
Al contrario, evidencian lo inútiles que pueden llegar a ser las escuelas en esos casos, mostrando que todavía les queda mucho por aprender. Euphoria no romantiza el uso de drogas, lo muestra tal cual es, y lo difícil que resulta para el adicto y para la gente a su alrededor.
Euphoria es la historia de Rue (Zendaya, en una sorprendente actuación que le valió un Emmy, convirtiéndose así en la actriz más joven en recibirlo), una adolescente que desde los trece años es adicta a las drogas y que justo acaba de salir de rehabilitación, por lo que está de vuelta en casa: un típico suburbio norteamericano.
Al mismo lugar llega Jules (Hunter Schafer), la chica nueva de la escuela, que se viste de manera estrafalaria y que además, es Trans.
Un hito en representación
Lo interesante de esto es que, aunque dedican todo un episodio a explicar cómo fue su proceso, no es realmente lo que la hace relevante. Es un rasgo más de su personalidad, así como podría ser que le guste el maquillaje o sea hija única.
Fue un acierto incluir un personaje de la comunidad trans, que tanto ha sufrido de discriminación, violencia y de mala representación en los medios.
Se ha luchado constantemente por que estos personajes sean encarnados por actores transgénero, contrario a casos como Eddie Redmayne en La Chica Danesa o Jeffrey Tambor en la serie Transparent.
Euphoria es el caso contrario. Jules es interpretada por una actriz transgénero -la estupenda Hunter Schafer- dando así un ejemplo de respeto e inclusión en un guión donde, además, la condición de transexualidad del personaje no la define: es, simplemente, una característica más.
El maquillaje «Euphoria»
Y hablando de identidades, otro de los grandes éxitos que ha tenido la serie es el maquillaje, al que ya se refieren como “tipo Euphoria”. Con mucho glitter, pedrería y colores neón, cada una de las chicas de la serie encuentra la manera de expresar -mediante el maquillaje- lo que pasa por sus cabezas y que no necesitan demostrar con palabras.
Doniella Davy, jefa del departamento de maquillaje (y ganadora de un Emmy por su excelente trabajo en la serie), explica que, por más extravagante que se vea, es un maquillaje que va de acuerdo con la generación Z.
No importa si tienen sombra azul o pedrería en los ojos, así van a ir a la escuela, y es normal. La verdad es que, al ver esta serie, me di cuenta de que esta ya no es mi generación. Pero a la vez me dio gusto conocerla, porque últimamente la habían representado de una manera muy telenovelesca o con actores que tenían casi 30 años.
Euphoria nos dice: esta es la generación Z, llegó para arrasar con sus premios y acabar con la producción de glitter para la cara.
Una nueva forma de contar historias
Una nueva generación significa, idealmente, nuevas maneras de contar historias. Euphoria, lo logra, al encontrar la manera de presentarnos una situación con diferentes recursos bastante originales.
Tenemos movimientos de cámara y del set mismo que recuerdan un poco a Inception, luces neón que parpadean y cambian lo que vemos en pantalla (a tal grado que ese capítulo tiene una advertencia para gente a la que le afectan las luces estroboscópicas); frascos parlantes de pastillas, secuencias animadas, musicales, oníricas; fiestas varias, un homenaje a Romeo y Julieta, de Baz Luhrmann y, mi favorita: una explicación, rompiendo la cuarta pared, sobre los tipos de dickpics.
Todo esto entremezclado con historias sobre la exploración de la sexualidad, la gordofobia, la infancia, la brecha generacional cuasi inexistente entre padres e hijos, y todo lo que implica ser joven en este mundo que les tocó.
Confíen en los jóvenes
“Confíen en los jóvenes”, dijo Zendaya al recibir el Emmy a mejor actriz de drama.
Mucha gente se preguntó como por qué ganó ella sobre la increíble actuación de Jennifer Aniston en The Morning Show, o incluso sobre la gran Olivia Colman en The Crown. La actuación de Zendaya es excelente, desgarradora, adorable (aunque a veces, en unos brevísimos instantes, recuerde a su papel de MJ en las películas más recientes de El Hombre Araña), algo admirable para tener solamente 24 años.
La serie es ella. No quiero decir que la hayan premiado solo por ser joven, porque eso sería menospreciar su talento. Simplemente creo que podemos tomar ese premio como un respiro para estas nuevas generaciones, un reconocimiento en categorías en las que normalmente ganan actrices mucho más experimentadas.
Recordemos que de series como Skins salieron grandes actores, como Dev Patel (Quisiera ser millonario) Nicholas Hoult (X-Men, The Great) y Daniel Kaluuya (¡Huye!). Evidentemente, Euphoria se está convirtiendo en un nicho para una nueva generación de grandes actores.
La preparatoria puede ser sofocante. Sabemos que las series de adolescentes no son un retrato exacto de la generación de la que habla, pero Euphoria no spretende hacer eso. Solamente nos da la oportunidad de ver a esta generación, y a ellos de verse a sí mismos, pero representados con honestidad, respeto y novedad.
Y al final, como bien dice la serie: “nada que pase en la preparatoria es para siempre”.