“Si supieras cuántas veces voy al cine a verte sonreír”, le dice Riccardo Cocciante a Marilyn Monroe en su canción “Marilyn”. Me permito robarme esas palabras para dedicárselas a Julia Roberts, a quien he adorado toda mi vida y cuya famosísima sonrisa me ha llevado a ver una película suya más de una vez (o diez).
“La novia de América” nos ha enamorado y otra vez, ya sea con su cabello rojo, su risa, sus ojos color miel o su adorable personalidad. Ha logrado conquistar casi cualquier género, apareciendo en docenas de películas, y haciéndose de un premio Óscar y tres Globos de Oro.
So pretexto de su cumpleaños número 53, me doy a la difícil labor de enlistar sus 5 personajes más memorables.
#5 – Shelby Eatenton Latcherie, “Magnolias de Acero”
Julia Fiona Roberts nació el 25 de octubre de 1967 en Georgia, Estados Unidos. Aunque muchos la reconocerán sobre todo por sus personajes en comedias románticas, la actuació que nos ofrece en “Magnolias de acero” (1989, Herbert Ross), nos demuestra que ella es capaz de hacerlo todo. Shelby, su personaje, es una joven mujer con diabetes que al quedar embarazada, recibe el apoyo y el cariño de las mujeres del pueblo de Luisiana en el que vive. Debido a su dedicado estado de salud, los médicos le aconsejan no tener hijos, pero ella desobedece y se embarca en este camino de la maternidad. A pesar de compartir créditos con actrices como Sally Field y Shirley McLaine, el personaje de Roberts sale a relucir, rompiéndonos el corazón al ver su deterioro en pantalla. Es un personaje desgarrador que le valió su primera nominación al Óscar y su primer Globo de Oro.
#4 – Ana Scott, “Un lugar llamado Notting Hill”
She may be the face I can’t forget, the trace of pleasure or regret, may be my treasure or the price I have to pay, canta Elvis Costello al principio de “Un lugar llamado Notting Hill” (1999, Roger Michell), película en la que Roberts es Anna Scott, una actriz de fama mundial que por casualidad entra a la librería de William Thacker (Hugh Grant), comenzando una complicada historia de amor. Y es cierto, nadie podría olvidar ese rostro tan angelical de Anna Scott, quien nos obsequia la famosa frase: “También soy solo una chica, parada enfrente de un chico, pidiéndole que la ame”. Por alguna razón, el papel de una adorada estrella de cine le queda bastante bien.
#3 – Julianne Potter, “La boda de mi mejor amigo”
Creo que la mejor manera de describir a Julia Roberts en “La boda de mi mejor amigo” (1997, P.J. Hogan) es como lo pone el mismísimo Rupert Everett hacia el final de la película: radiante de carisma. Julianne Potter es una crítica gastronómica que se enamora de su mejor amigo, Michael (Dermot Mulroney), solo que se da cuenta de ello cuando él le dice que está por casarse con Kimmy (Cameron Diaz).
En esta divertida comedia, Julianne hace lo que sea por evitar la boda. Es cierto que es un personaje algo caprichoso e inmaduro, pero uno no puede evitar ponerse de su lado y esperar que logre cancelar el matrimonio. Cómo no amarla en la famosa escena en el restaurante de langostas, claramente incómoda mientras toda la familia de Michael canta “I say a little prayer” de Aretha Franklin, o con ese fabuloso vestido lavanda al final de la película.
#2 – Erin Brockovich, “Erin Brockovich: Una mujer audaz”
Con este personaje, basado en una mujer y un caso real, Julia Roberts consiguió su primer Óscar en 1999. Erin Brockovich, madre soltera y desempleada, consigue trabajo a raíz de un accidente automovilístico como una asistente legal. Nadie la toma en serio por su manera reveladora de vestirse y por no tener experiencia, pero al final obtiene el respeto de todos al descubrir la relación entre los problemas de salud de una comunidad y una compañía eléctrica. Es un deleite poder verla como una mujer audaz y cuya vestimenta la empodera en vez de hacerla menos. Con un gran temple, nos demostró lo que ya sabíamos desde “Magonlias de acero” y esta vez, la escucharon todos.
#1 – Vivian Ward, “Mujer bonita”
“¿Cuál es su nombre, señorita?”, le pregunta Barney (Hector Elizondo), el gerente del Regent Beverly Wilshire, al personaje de Julia. “¿Cuál quiere que sea?”, le responde, atrevida. “No juege conmigo, señorita”, contesta Barney. “Vivian”, dice al final con una sonrisa pícara. La mujer bonita, la novia de América, la del cabello rojo y la risa estridente. Nunca se ha visto tan bien como cuando se robó el corazón de todos en “Mujer bonita” (1990, Gary Marshall).
Vivian, una prostituta de Los Ángeles (ciudad a donde todos llegan con un sueño), conoce al guapo y millonario Edward (Richard Gere, guapo donde los hay) cuando este le pide ayuda para llegar a su lujoso hotel. De ahí sale la clásica historia de amor Cenicientesca, donde Julia Roberts nos regala un personaje que llega a ser adorable, conmovedor, sensual, juguetón, valiente y en mi opinión, verdaderamente feminista. Se queda grabada en la retina su imagen con aquel famoso vestido rojo, cantando “Kiss” de Prince en la bañera, y, por supuesto, dándoles su merecido a las empleadas de la tienda con su: “Big mistake. Big. HUGE”.