Lazos de Vida: una historia que se debe conocer

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A medio camino entre un telefilme Hallmark y una heróica historia que merece ser conocida por mucha más gente es que se encuentra One Life (Lazos de Vida por su título en español, Reino Unido, 2023), el más reciente filme del realizador británico (con amplia experiencia en televisión) James Hawes (Penny Dreadful, Black Mirror, Slow Horses) cuyo mayor atractivo es la presencia del dos veces ganador del Oscar, Sir Anthony Hopkins, como protagónico.

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Estamos a finales de la década de los ochenta y conocemos a Nicholas Winton (Hopkins), un apacible octogenario que vive en una enorme y muy bonita casa (con todo y alberca) en Maidenhead, Inglaterra junto con su esposa Grete (Lena Olin), quien un día sí y otro también le reclama a su marido por el triste tiradero que tiene hecho su estudio, lleno de papeles, periódicos y más chunches.

Donde manda capitán no gobierna marinero así que a “Nicky” no le queda más remedio que empezar a tirar las cosas que ha acumulado durante toda una vida, pero hay algo de lo cual no puede deshacerse: es un viejo maletín donde guarda una lista con fotos, nombres y datos generales de cierta epopeya que el entonces joven Nicholas lideró sesenta años atrás.

Hijo de una familia acomodada de inmigrantes alemanes que se instalaron en Londres (e incluso hasta cambiaron su apellido y religión para integrarse mejor a su nuevo hogar), el joven Nicholas Winton (Jhonny Flynn) es un corredor de bolsa ya con la vida resuelta, culto y bien intencionado, que un día viaja a Checoslovaquia y ve con sus propios ojos los campamentos de migrantes que huyen de la bota nazi.

El joven queda impresionado principalmente por la condición en la que viven los muchos niños que ahí se encuentran y que, de no ser rescatados, terminarán muy probablemente en algún campo de concentración. Así, el joven banquero decide que hay que hacer algo y se pone manos a la obra. La idea es llevar a Londres al mayor número de niños que se pueda.

Pero aquello se dice más fácil de lo que es: la hazaña humanitaria es también una hazaña burocrática ya que es necesario levantar un padrón de niños, de posibles familias dispuestas a recibirlos, así como conseguir el permiso de la corona para que autorice la entrada a estos pobres infantes, amén del dinero que por razones varias la corona exige a los migrantes que deseen entrar en su territorio.

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Anthony Hopkings en Lazos de Vida

La estructura del relato es tan simple y sencilla como puede ser, y el final de hecho no es tampoco inesperado: la película no se detiene demasiado en los puntos finos, pero de una u otra forma Nicolás junto con su luchona madre (Helena Bonham Carter) logran enviar por tren a un total de 669 niños. 

Pero lo que parece una historia de éxito frente a la adversidad de la guerra y los crímenes del nazismo, para el hoy anciano “Nicky” su relato es la crónica de un fracaso: porque no pudo salvar a todos los niños, por que tal vez habría podido salvar muchos más de tener tiempo, de tener más dinero, de tener más apoyo del gobierno británico.

Así, el hoy anciano Nicky, frente al portafolio que se niega a tirar, irá en busca de alguien a quien le interese la historia y quiera contarla, por que en lo que a él concierna podrá tirar todos los papeles de su estudio, pero jamás aquel portafolio que es testigo no solo de la hazaña, sino de también de la derrota que fue no poder salvar a todos.

La cinta va y viene en eficaces cortes directos entre la historia del Nicky viejo y el Nicky joven. La cámara a cargo de Zac Nicholson es funcional, sin despliegues visuales memorables excepto el cambio de iluminación entre las dos historias. Uno llega a esta película por Anthony Hopkins (quien aquí repite con toda convicción su papel de viejito raro, mismo que interpreta todos los días en sus redes sociales), y se queda por la conmovedora historia.

Así, pues, Lazos de Vida es una película cuasi didáctica, sobre un caso que hay que conocer, y que si acaso se guarda su arma más importante rumbo al final (y aquí va un pequeño spoiler): Nicholas Winton se reencontrará a quienes rescató, pero la escena (que involucra un estudio de televisión) resulta inevitablemente conmovedora. 

El director James Hawes logra con creces su cometido: ahora sabemos quién Nicholas Winton, sabemos cuál fue su hazaña, y sabemos que el reencuentro entre el buen samaritano y los niños a quienes les salvó la vida es una escena que te parte el corazón. Lleven Kleenex.