Los Dos Hemisferios de Lucca: maternidad heróica

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El ganador del Pulitzer en 1975 y crítico de cine por el Chicago Sun-Times por más de cuarenta años, Roger Ebert, solía decir que las películas son máquinas de generar empatía. “Si la película es buena, te deja entender un poco más sobre cómo es ser de una raza distinta, de un género distinto, de una realidad económica distinta, de una profesión distinta, de diferentes capacidades y sueños. Nos permite identificarnos con las personas con las que compartimos una historia”.

Eso es particularmente cierto en Los Dos Hemisferios de Lucca (México, 2025), quinto largometraje de la realizadora mexicana Mariana Chenillo (insuperable ópera prima 5 Días Sin Nora, y con amplia experiencia en televisión) adaptación del libro homónimo escrito por la periodista Bárbara Anderson.

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El reto de Lucca

En esta cinta conocemos la historia de la propia Bárbara y su hijo Lucca, quien por cierta complicación de parto, nació con parálisis cerebral. Esta circunstancia cambia radicalmente la vida no solo de Bárbara (interpretada por Bárbara Mori) sino también de su esposo Andrés (Juan Pablo Medina). Aunque ya eran padres de otro hijo, cuidar a Lucca (Julián Tello) representa un reto mayúsculo: terapias especiales, sillas especiales, medicamentos, atención las 24 horas y (desgraciadamente) constantes visitas al hospital (lugar donde la mayoría de la película acontece).

No obstante, hay algo de cotidianeidad en esta vida. Bárbara asume con cierta naturalidad las exigencias de tener un hijo como Lucca y las empata con su trabajo como editora en una importante revista, además de cumplir con el rol de proveedor económico de su familia (su esposo está desempleado).

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El nivel de estrés va cobrando cuotas, pero Bárbara no se rinde. Casi de manera fortuita, Bárbara escucha sobre cierto tratamiento en la India que ha sido efectivo en muchos casos similares a los de su hijo. Se trata del el Cytotron, un aparato creado por el científico indio Rajah Kumar y cuya efectividad parece rozar la ciencia ficción.

No hay otro camino: Anderson está convencida de que Lucca podría beneficiarse de esos tratamientos pero el problema, claro, es el dinero y la logística. Hacer un viaje a un lugar tan lejano y con la condición de Lucca no es algo sencillo.

Una historia sin sentimentalismo

Mariana Chenillo narra la historia sin sentimentalismos baratos de por medio. No es su intención secuestrar a la audiencia en un drama lacrimógeno, sino más bien exponer la cantidad de retos que conlleva tener un hijo con parálisis cerebral, y en el camino crear empatía, no solo por Lucca sino por su heróica madre.

Y es que, aunque la película lleva el nombre de Lucca en el título, es evidente que la verdadera protagonista es Bárbara, su determinación, su coraje, e incluso sus dudas, sus miedos y su culpa son los que hacen que la historia avance, que su familia avance y que Lucca tenga frente a sí un camino de esperanza constante.

Estamos pues ante una historia feminista pero universal, que no solo apela al drama de tener un hijo con alguna discapacidad, sino que además muestra cómo ese drama se convierte en acción y lucha constantes frente a estructuras que complican el camino más de lo que se úede imaginar: desde la ausencia de una rampa, hasta la resistencia de fuerzas siniestras para tener los tratamientos al alcance de todos (y sin tener que ir a la India).

Una película que genera empatía

Bárbara Mori asume el compromiso de su personaje con determinación. Lejos estamos de la estrella de las telenovelas, siendo aquí es particularmente convincente en el papel de esta madre decidida, en apariencia imbatible pero con constantes dudas y hasta culpas que la hacen humana, pero que nunca la derrotan en su misión de abrir las puertas que su hijo -encerrado en su propia mente- no puede abrir por sí solo.

Sin desplantes de cursilería barata y sin la explotación de la enfermedad de Lucca, Los Dos Hemisferios de Lucca nos hace entender las circunstancias tan complejas y la fortaleza inherente en aquellos que cuidan de estas personas.

Es pues, una película que genera empatía, que nos muestra otras realidades, que nos hace vivirlas. Y eso la hace, Roger Ebert dixit, una buena película.

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