M Night Shyamalan tenía solamente 29 años cuando, en 1999, tomó al mundo por sorpresa con una película sobre un psicólogo infantil atormentado y un niño de 9 años que asegura ver gente muerta a su alrededor: The Sixth Sense.
La historia, que envuelve al espectador desde el inicio, tiene su punto más alto cuando Shyamalan, al final del filme, remueve el velo con el que cuidadosamente había cubierto su creación. Así, nos regaló uno de los finales más sorpresivos en la historia del cine: el Dr. Malcolm Crowe en realidad está muerto.
El sexto sentido fue aclamada por la crítica, se posicionó en el segundo lugar de la taquilla a nivel mundial -sólo por debajo de Star Wars: The Phantom Menace– y le brindó a Shyamalan dos nominaciones a los pmios Oscar (Mejor guión original y Mejor director). El mundo del cine se encontraba ansioso por saber de qué más era capaz este joven director de origen indio.
En el 2000, Shyamalan entregó Unbreakable y en el 2002 presentó Signs, dos películas que si bien no alcanzaron el nivel de aceptación que tuvo The Sixth Sense, fueron bien recibidas y comenzaron a perfilar el sello personal del director.
Este periodo ha sido hasta ahora el más brillante en la carrera Shyamalan y por esta triada de películas se le llegó a conocer como “El siguiente Spielberg”; sin embargo, parece que las expectativas generadas a su alrededor se convirtieron en una losa difícil de cargar, al punto en que su nombre llegó a perder todo prestigio alguna vez ganado.
El Sello Shyamalan
Cuando M. Night Shyamalan presentó The Sixth Sense, ya contaba con con dos películas en su filmografía como director, Praying With Anger (1992) y Wide Awake (1998).
La primera es un proyecto totalmente personal. Shyamalan produce, escribe, dirige y protagoniza, un choque de civilizaciones entre Occidente y Oriente a través del regreso a la India de un joven que creció en Estados Unidos.
La segunda es una emotiva comedia sobre un niño de 10 años de edad que frente a la pérdida de su abuelo, comienza a cuestionarse la vida, la muerte y el rol de Dios en ello.
En otras película el giro de trama ha caído sencillamente en el absurdo: Signs, donde las criaturas extraterrestres resultan vulnerables al agua, elemento que cubre más del 70% de la superficie de la Tierra.
The Happening en la cual la ola de suicidios, es producto de un acto de defensa de lo que podríamos llamar la Madre Tierra.
En Split (2016), Shyamalan colocó el elemento sorpresa en la última escena del filme. Después de haber mantenido en tensión a la audiencia de la mano de James McAvoy y sus múltiples personalidades, Shyamalan revela que esta historia tiene lugar en el universo de Unbreakable, la película sobre superhumanos protagonizada 16 años atrás por Bruce Willis y Samuel L. Jackson.
Sin embargo, Glass (2019), que cierra dicha saga, no logra un nivel de asombro con el ya esperado giro de trama del director, pues la sorpresa se asoma durante toda la película, eliminando así el elemento inesperado que Shyamalan ya había trabajado en su filmografía.
No todo son giros de trama
Reducir a Shyamalan al director de los-giros-de-trama-y-finales-sorpresivos no le hace justicia. Es un cineasta que, tanto en sus buenos y malos momentos, se ha caracterizado por imprimir sus pasiones, intereses y su visión del mundo en sus obras.
Entre los elementos que caracterizan su filmografía se encuentra su trato con lo sobrenatural y la sensibilidad a otras realidades, así como el estado de dolor del hombre.
Elementos sobrenaturales: Shyamalan ha presentado en sus películas fantasmas, superhumanos, seres extraterrestres y ninfas, entrando en diálogo, a través de sus personajes, con otras realidades y, por lo tanto, encontrándose con otras oportunidades para adentrarse a las emociones del ser humano y navegar en su laberíntica intimidad.
Lo extraño, externo o sobrenatural como vehículo para explorar las complejidades del ser humano.
El estado de quebranto o dolor: el tormento de un niño que tiene que lidiar con la ausencia de su padre; la búsqueda de respuestas de un hombre cuya condición de fragilidad física lo margina de tener una vida similar a la de quienes le rodean; el desmoronamiento de un hombre y su espiritualidad luego del deceso trágico de su esposa; o la debilidad de un joven encarcelado en su propio cuerpo y sometido por las diversas personalidades que en él conviven.
Filadelfia:M Night Shyamalan juega en el entorno que le es familiar y este conocimiento del lugar le permite no solo aportar naturalidad a sus historias, sino encontrar las locaciones apropiadas para filmar cada escena. Sin embargo, lo que sorprende más en este sentido sobre el director es la demostración de que no se necesita ir demasiado lejos para, desde una ciudad como Filadelfia, llevar al espectador a tener contacto con otros mundos, planos, dimensiones, seres o criaturas.
Ascenso, sepultura y resurrección
A Shyamalan ha transitado profsionalmente por dos estadíos contrastantes en su carrera: la gloria y el fracaso.
Luego de un periodo de esplendor comprendido entre 1999 y 2002 (The Sixth Sense, Unbreakable, y Signs) y que algunos extienden, quizás con justicia, hasta 2004 (año en que estrenó The Village), siguió una etapa oscura.
Cada película presentada era de peor calidad que la anterior, parecía un esfuerzo del cineasta por encontrar un nuevo fondo en su carrera.
Lady in The Water (2006), The Happening (2008), The Last Airbender (2010) y After Earth (2013) delinearon en su conjunto al peor Shyamalan. El mundo comenzó a pensar en él como un director que se encontró con un golpe de suerte al inicio de su carrera. pero que no tenía nada que ofrecer como artista.
Luego del éxito a nivel mundial de The Sixth Sense, el estreno de Unbreakable consolidó a Shyamalan como un cineasta con un futuro brillante.
En una época en la que el cine de superhéroes estaba lejos de convertirse en el monstruo que hoy es, Unbreakable significó una innovadora e interesante exploración al género, gracias a la habilidad narrativa de M Night Shyamalan y sus giros de trama.
Posteriormente, Signs, la historia sobre una invasión extraterrestre protagonizada por Mel Gibson y Joaquin Phoenix, tendría un mejor desempeño en taquilla pero, aunque se trata de una película sólida y entretenida a pesar de su final poco convincente, no logró el nivel de genialidad de Unbreakable.
Finalmente, The Village, la historia de una comunidad atrapada por sus costumbres y aterrorizada por los seres que habitan en los bosques a su alrededor, fue recibida con mayor escepticismo que sus antecesoras, a pesar de sus grandes actuaciones y la evolución de su director con el manejo de la cámara, dado que el giro de trama fue calificado de predecible, en algunos casos, y de poco convincente en otros. Para muchos la fórmula Shyamalan había empezado a mostrar señales de erosión.
La decadencia de M Night Shyamalan
Lo que vino después para Shyamalan fue una caída en picada sin precedentes en la historia de Hollywood: el sucesor de Spielberg terminó convertido en solo la sombra de sí mismo.
Lady in The Water fue el primer gran fracaso del director y por esta película no solo recibió críticas por su baja calidad e incapacidad de entretener, sino que provocó comentarios personales que tacharon a Shyamalan de megalómano por representarse en la pantalla, de manera indiscreta, como un escritor destinado a cambiar la historia.
A Lady in The Water le siguó The Happening, una historia cuyo argumento sobre la relación del ser humano con su entorno se antojaba interesante. En las manos de un Shyamalan, resultó inverosímil.
Finalmente, Shyamalan se dedicó a colocar los últimos clavos de su ataúd con la entrega de dos blockbusters que fueron vapuleados por la crítica: The Last Airbender y After Earth.
¿La resurrección de Shyamalan?
La falta de credibilidad en M Night Shyamalan por parte de los estudios, la crítica y la audiencia obligó al cineasta a replegarse y reagruparse, en una especie de regreso al origen para encontrar de nuevo el camino.
Con The Visit y Split, películas de un relativo bajo presupuesto y financiadas por él mismo, Shyamalan encontró la ansiada redención que le inyectó oxígeno a su carrera.
En The Visit hizo que el espectador volviera a experimentar la misma sensación de tensión provocada en Signs o The Village.
Por otra parte en Split, un thriller psicológico que horroriza al espectador y entrega una buena actuación de James McAvoy. El filme provoca asombro en el espectador cuando se da cuenta de la conexión entre Split y Unbreakable.
¿Qué esperar de M. Night Shyamalan?
Glass ha sido el trabajo más reciente a la fecha presentado en cines por Shyamalan. La película cierra la trilogía de superhumanos de la que forman parte Unbreakable y Split.
Es posible que M. Night Shyamalan haya dejado atrás sus horas más oscuras y que debamos estar pendientes de sus nuevas propuestas. Aunque se trata de un director joven aún -cuenta con solo 49 años de edad- seguramente no se consolidará como el siguiente Spielberg.
Sin embargo, siempre tendrá la oportunidad de ser el nuevo Shyamalan y así consolidar su propio nombre en la historia del cine.