Xavier Dolan era un director que sorprendía mucho. A su corta edad de 19 años ya había dirigido, producido, escrito y estelarizado su propio filme J’ai tué ma mère (I killed my Mother) el cual estrenó en Cannes, con muy buena recepción. Su mirada literalmente joven y fresca a los temas de sexualidad, amor y en especial las relaciones entre madres e hijos fueron los sellos que supo trabajar de una manera formidable.
De ahí vinieron Los Amores Imaginarios, Laurance Anyways, Tom el granjero y Mommy, donde seguíamos viendo esos rasgos en la narrativa y estilo que tanto lo caracterizaban, pero no fue hasta Es solo el fin del mundo, donde vemos a un Xavier Dolan si bien más «famoso» y con más presupuesto, pero que se alejaba de sus vicios que tanto lo caracterizaban, y más que eso, se alejaba de su mirada fresca que fue su estandarte por tantos años.
Ya no era el joven prodigio, si no un chico que tenía que competir contra el mismo para reinventarse. Evidentemente a Es sólo el fin del mundo no le fue nada bien, siendo este un filme bastante tedioso y pretencioso.
Después estrenó The Death and Life of John F. Donovan, su primer filme en inglés con actores como Kit Harrington, Natalie Portman y Susan Sarandon, donde, de nuevo, la recepción no fue la más positiva. La película tuvo tantos problemas en cuanto a su edición que Dolan incluso cortó por completo a Jessica Chastain del largometraje.
El regreso y el cliché
Y bajo este contexto es que llegamos a Matthias and Maxime, un filme estrenado en 2019 que apenas llega a cines a México, el cual cuenta la historia de dos amigos que tras ser invitados de imprevisto al rodaje de un filme universtiario, se les pide besarse y a partir del suceso es que comienzan a enamorarse el uno del otro. Son amigos de toda la vida, por lo que su relación se pone a prueba, cuestionándose su identidad sexual y el significado de los lazos de amistad y amor.
Dolan vuelve a navegar entre los mares que ya conoce. Regresa el tema de la identidad sexual, donde Maxime (Xavier Dolan) es abiertamente gay, pero su mejor amigo Matthias (Gabriel D’Almeida Freitas) no lo es. Dicho esto, tras el beso supuestamente actuado para el filme universitario, es que toda una cadena de sentimientos despiertan y ponen a los personajes en duda.
Y es aquí mismo donde me parece que Xavier tanto comete errores como aciertos. Matthias and Maxime es totalmente un cliché del amor juvenil. Las miradas, las situaciones de «me enojo para esconder que te quiero» y las mil y un borracheras son recursos bastante ya gastados en el género juvenil, y que Dolan decide traer a cuadro. El director, ya con 32 años a cuestas, no es un adolescente. Estos temas ahora los ve desde la distancia, por lo que pudiese sentirse forzado en algunos casos.
La forma
Esa misma distancia es la que se convierte en el acierto más grande en Matthias and Maxime. Quizás la esencia es un cliché, pero la forma está bastante bien trabajada. Xavier Dolan muestra sus verdaderos dotes y conocimientos, ya que el trabajo de cámara es bastante acertado. La cámara es el tercer protagonista, donde desde una mirada voyerista, vemos todo a la distancia.
De esta manera, en las escenas donde todo el cast está presente, podemos ver libremente las interacciones y movimientos de todos los actores, y por otra parte, podemos espiar los momentos más íntimos de Matthias y Maxim, donde el miedo a estar expuesto, a que los vean, está presente, reservando los planos cercanos para los momentos más personales de la pareja.
Xavier Dolan nos deja con una película que si bien pudiera caer en los clichés del género, se salva por el excelente manejo de atmósferas y estilo que tanto caracteriza al todavía joven director. Para bien o para mal, la crítica pide mucho de él, y pareciera que las críticas sí repercuten en su trabajo. Dicho esto, Matthias and Maxime pareciera la esperanza de la reivindicación del director hacia el camino que tanto le había costado forjarse, donde el juego de cámara, las relaciones homosexuales y el siempre recurrente tema de la madre vuelven a estar presentes.
P.D.: Pareciera que la clave para que Dolan haga una buena película es que él sea el protagonista…