Con Midsommar, Ari Aster encontró nuevas maneras de perturbarnos. No solo lo hace a plena luz del día, sino que deja de lado lo sobrenatural para llevarnos de viaje hasta una comuna sueca en la que a medida en que nos adentramos en sus costumbres sucumbimos al horror. Esta película que para muchos se coló entre sus favoritas de 2019 recién llega a Prime Video.
Las expectativas post Hereditary
Apenas en 2018 Aster nos tomó por sorpresa con Hereditary, su opera prima. Nos ofreció una historia de terror, duelo y descomposición familiar en la que vimos una gran actuación de Toni Collette. Además, nos entregó una de las escenas más impactantes de ese año: la famosa escena del auto y el poste.
Así, las expectativas del público y la crítica se elevaron con Midsommar, pero el director estadounidense encontró la manera de satisfacerlas. Para ello no transitó la vía que muchos esperábamos, la del terror…terror.
Duelo y horror
Midsommar nos presenta la historia de Dani (Florence Pugh), una chica que tras la trágica pérdida de su familia solo cuenta con su novio Christian (Jack Reynor) para atravesar por la etapa de duelo. Unos meses después de los hechos, Dani y Christian, viajan a Suecia junto con tres amigos.
El propósito del viaje es el de presenciar, con fines académicos y recreativos, las festividades realizadas durante el solsticio de verano. Ahí las horas sin luz solar son escazas, sin que eso signifique que los protagonistas o los espectadores se salven de ser perturbados y horrorizados a plena luz del día.
En un ritmo que podría ser tachado de lento si se quiere comparar a Midsommar con los lugares comunes del género, Ari Aster nos introduce a las costumbres de una comunidad situada en medio de la nada. Sus miembros parecen estar conectados íntimamente con la naturaleza y son sospechosamente hospitalarios con los forasteros. Y es entonces cuando el horror comienza.
En una sucesión de rituales producto de una cosmovisión distinta a la occidental sobre el ciclo de la vida, la muerte, la reproducción y el mal, el espectador comienza a sentirse perturbado y los personajes cuestionan su estadía en este aparente paraíso. Todo ello mientras no podemos evitar sentirnos atraídos, a su vez, por la belleza visual que Aster captura con la cámara a la luz del día.
Ari Aster conecta de nuevo
En esta película no vamos a encontrar escenas para brincar del asiento, pero sí aquellas del tipo que nos provocan cerrar los ojos. Midsommar no juega a asustar, juega a perturbar. Ari Aster decidió correr riesgos, elevar la apuesta y salirse con la suya. Encontró, pues, una manera novedosa y convincente de seguir tratando el tema de la pérdida familiar en un contexto de horror. Si algo está mal, todavía se puede poner peor.
Midsommar cumple con las expectativas generadas a su alrededor al punto de querer ver qué nos entregará el Ari Aster en su tercer filme. ¿Seguiremos viéndolo refinar su sentido del terror o es esta película una transición hacia otro género? ¿Será capaz de mantener la calidad y repetir la hazaña? Al tiempo.