Motherless Brooklyn, película dirigida, producida, adaptada y protagonizada por el actor Edward Norton, cuenta la historia de Lionel Essrog, un detective privado con el síndrome de Tourette que finge ser un periodista para investigar la muerte de su jefe/papá adoptivo. Muy pronto se da cuenta que el asesinato de su jefe está enredado en una serie de problemas de corrupción, así como conflictos raciales y la fuerte desigualdad e injusticia que se vive en los barrios de Brooklyn.
Los duelos de poder entre las clases más altas de Nueva York se hacen presentes mientras Lionel sigue con sus investigaciones en una Nueva York de los años 50 que se erige como ciudad emblemática aunque construida sobre cimientos de corrupción.
El passion project de Norton
No es la primera vez que Norton se monta tras la cámara. Hace varios años ya había debutado como director para la comedia Keeping the Faith (2000), y si bien tardó muchos años en repetir la experiencia, es por todos conocido que el actor es de los que insiste en hacer cambios a los guiones en los que actúa, a veces para bien –Frida (2002)-, a veces para mal –Fight Club (1999).
Obsesionado con llevar al cine la novela homónima escrita por Jonathan Lethem , Norton luchó por más de 10 años en levantar el proyecto y finalmente sucede aunque con un cambio radical: decide situar a su Motherless Brooklyn en los años cincuenta en vez de en los noventa como sucede en el texto original, por lo que el relato se inserta en los lugares comunes del cine noir, incluyendo música de jazz como soundtrack que sirve para dar mayor peso dramático y hasta melancólico a la película.
Exceso de subtramas
Y quizás Edward Norton abusa del género. Hay tantos personajes, tantas sub historias, y Norton no deja ninguna afuera. Vamos de un lado a otro a revisar diferentes dramas que se vuelve tedioso y revuelto seguirlas. Contemplamos tantos bares, tragos y canciones de jazz que llega un punto en que la historia parece no moverse a ningún lado.
Da la impresión que el primer borrador de la edición es la que resultó ser la versión final por lo ambiciosa que se vuelve la historia y claro, su considerable duración de dos horas y treinta minutos. Cuando llegamos al final, después de todo el mareo de tramas, se esperaría al menos un desenlace épico con todos los personajes reunidos culminando todas las historias, pero por el contrario, el final es bastante anti-climático.
Grandes actuaciones desperdiciadas
Como suele suceder casi siempre que un actor da el paso a director, lo mejor de la película son sus actuaciones. Desde Bruce Willis, Gugu Mbatha-Raw, Bobby Cannavale, Cherry Jones, Alec Baldwin y, por si fuera poco, Willem Dafoe. Uno imaginaría que teniendo tanto actor galardonado y con gran experiencia la película sería más interesante o al menos un ejercicio del método… pero no hay nada de ello. Norton habla mucho y dice poco.
Norton quiso abarcar todo: dirección, producción, guión, protagónico, y claramente se le salió de las manos. Sabemos que existen casos de éxito en estas mismas circunstancias, pero Edward Norton no corrió con la misma suerte. Motherless Brooklyn termina siendo un filme demasiado ambicioso, llegando al punto de sentirse claustrofóbico debido a la cantidad de subtramas y personajes, que si bien son protagonizados por grandes actores, terminan siendo superados por el mar de historias que el director quiere transmitir.