Lo primero que llama poderosamente la atención en One Taxi Ride (México, Singapur, 2019) es el nivel de intimidad que su director, editor, fotógrafo, y productor, C.K. Mak, mantiene con su protagonista, Erick, un hombre de casi treinta años al que conocemos justo cuando empieza a salir con un nuevo novio.
Todo indica que la cosa va por buen camino, al grado que ambos amantes cumplen con el inevitable ritual de presentar a cada quien con sus respectivas familias. Así, la cámara de Mak (y con ella todos nosotros) somos testigos de dichas reuniones, que incluyen la presentación con las respectivas mamás y hermanos.
Después viene la parte complicada, Erick se siente lo suficientemente a gusto con su nuevo novio como para confesarle un gran secreto: hace algunos años, al abordar un taxi en la CDMX, un grupo de tipos se subieron, lo ataron de manos y pies para luego violarlo.
El momento de la confesión resulta absolutamente impactante, es un momento tan natural, tan doloroso, tan a flor de piel, que uno se cuestiona si acaso esto será actuado, o si esto tiene algún sentido más allá del shock value.
Radiografía de una familia
El director continúa en esta especie de radiografía de una familia. Vemos a Erick y su madre trabajar juntos en una pequeña cafetería donde él es el cocinero, conocemos más a sus hermanos, sus cuñadas, e incluso sabemos (sin nunca verlo a cuadro) sobre su padre ausente, así como el rencor que todos los hermanos le tienen por haberlos abandonado.
Nos enteramos también que, después de la agresión sexual que sufrió, el hombre se volvió retraído, dejó de comer y se aislaba de su propia familia. Hoy sabemos la razón, y Erick está listo para contarlo a todos, no solo a su novio, no solo a su madre, a todos.
No obstante, la pregunta sigue siendo la misma, ¿para qué esto?, ¿por qué nos debe importar a nosotros como público estos escenarios y estas confesiones?
La respuesta viene al final, cuando la cinta muestra sus verdaderas intenciones, que van más allá de la denuncia (por demás pertinente no solo por que las autoridades desestiman la violación masculina sino por los números brutales en cuanto agresiones sexuales de todo tipo).
Erick y su familia acuden a muchas de las funciones que se han organizado alrededor de este documental, al final platican con la audiencia, e inevitablemente alguien levanta la mano y diga: “a mi me pasó lo mismo”, “yo también fui víctima de violación”. El público se acerca a Erik y le preguntan sobre lo mismo que ya vimos en pantalla: ¿cómo le haces para combatir la ansiedad?, ¿la inseguridad?, ¿el miedo?, ¿se puede superar esto?
Es cuando te das cuenta que esto no sólo es un documental, sino un acto de absoluta valentía.
Empatía y catársis
One Taxi Ride hace visible un problema real, pero también muestra cómo la violencia sexual crece como pandemia entre hombres y mujeres. Los casos no solo suceden en las inseguras calles de la ciudad, sino también dentro de las familias, el lugar que por definición debería ser el más seguro del planeta y que se convierte en el más aterrador.
Este documental es una catarsis, no sólo para Erick y su familia, sino para todo aquel que al verlo se de cuenta que no está solo, que desgraciadamente no es el único, pero que ahora sabe que al menos hay gente dispuesta a escucharlos, a abrazarlos, y entenderlos. Un acto de solidaridad en forma de documental.
One Taxi Ride se puede ver en Filminlatino.