Rocky a los 45: el ethos americano

Rocky 45 años

La escritora estadounidense Joyce Carol Oates relata en su ensayo titulado Del boxeo que un día su padre la llevó a una pelea en Buffalo le preguntó por qué los boxeadores estaban dispuestos a pelear y salir heridos, a lo que su padre contestó “Los boxeadores no sienten el dolor igual que nosotros”. Resulta intrigante, o por lo menos curioso, reflexionar cómo es que a pesar de esa distancia y de las diferencias entre el público y el boxeador, todo Estados Unidos se conmovió en 1976 con una película sobre un peleador de poca monta: Rocky.

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Rocky a 45 años de su estreno

Sylvester Stallone, al igual que lo hizo Rocky, su personaje, abandonaron el anonimato para gozar del reconocimiento y el cariño del público de golpe. Sly supo conectar con el público estadounidense en el marco de las celebraciones por el bicentenario de aquel país al entregarles la historia de un underdog que encuentra un momento para triunfar en la tierra de las oportunidades.

A 45 años de su estreno Rocky mantiene su posición como una de las películas más representativas del Hollywood de la década de 1970 y como una de las mejores películas sobre deportes de todos los tiempos. Rocky ha resistido los embates revisionistas de estos tiempos que la consideran una cinta misógina y racista, en buena medida porque sus cimientos se encuentran en el ethos americano.

Rocky, 45 años

Cine, boxeo y sus héroes

Indiscutiblemente el boxeo es la disciplina que nos ha brindado las mejores películas deportivas en su conjunto. Raging Bull (1980), Million Dollar Baby (2004), Cinderella Man (2005), The Fighter (2010) y, desde luego, Rocky dan prueba de ello. Parece existir una complicidad entre el deporte de los puños y la pantalla para contar emotivas y vibrantes historias al espectador.

Difícilmente alguien sale a partirse la cara sin la necesidad de hacerlo. El propio Rocky es consciente de ello cuando dice “Si supiera bailar o cantar no estaría haciendo esto”. Con todo y lo despreciable de su matiz fascista, el escritor Ernesto Giménez Caballero tenía razón cuando en su texto Vertical del boxeo señaló que este deporte tomaba a sus héroes de las entrañas proletarias de la sociedad.

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Rocky no es más que un vago. Un hombre que participa en combates en los que si gana no obtiene más de 40 dólares, hace de cobrador de cuentas de un jefe de la mafia local y, como la propia Filadelfia de la época, sus mejores tiempos parecen ya haber pasado. 

Por otro lado, aunque Apollo Creed, su rival en la pelea del bicentenario, se encuentra en el punto más alto de su carrera y goza de éxito económico, se trata de un afroamericano que se tuvo que abrir paso en un Estados Unidos marcado por los conflictos raciales. Ambos, Rocky y Apollo, como los campeones de la vida real en este deporte, vienen desde abajo.

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Los valores americanos en Rocky

Muchos consideran que es un error asumir que en un país multicultural como lo es Estados Unidos haya un conjunto de valores comunes que puedan caracterizar a la nación. Sin embargo la libertad, el individualismo y la competencia son valores enraizados en la narrativa de Estados Unidos como país. A ello habría que agregar los conceptos del sueño americano y de la tierra de las oportunidades que han servido durante décadas como motores discursivos de la nación. Todo ello se encuentra representado en Rocky.

Si bien es cierto que a Rocky se le presenta la oportunidad de tener una pelea de campeonato de manera fortuita ante la lesión del oponente original de Apollo, cierto es también que nuestro protagonista se gana un lugar en el mundo del boxeo y en los corazones del público porque trabajó duro para aguantar los 15 rounds de pié a un titán como Creed. Los espectadores de la película ven el esfuerzo y el crecimiento de Rocky en las secuencias de entrenamiento y vibran con él en los escalones del Museo de Arte de Filadelfia.

Stallone lo entendió desde el principio al crear su personaje. “Cuando la gente alienta a Rocky realmente se están alentando a sí mismos”, dijo alguna vez. Lo que hizo fue darle al mundo de cine un personaje con el que los estadounidenses, principalmente, se pudieran sentir relacionados y lo hizo con base en el ethos de una nación que celebraba los 200 años de su independencia.

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Cualquiera puede ser Rocky

La película le dio a Sylvester Stallone lo mismo que Stallone le dio en el guión a Rocky: una oportunidad de triunfo. Ninguno los dos la desaprovechó. La cinta ganó el Premio Oscar a Mejor Película, colocó a Stallone como una estrella internacional, derramó millones de dólares que a la fecha siguen corriendo con Creed y se colocó en el corazón de un público que ve la historia de de un boxeador de Filadelfia como inspiración para sus batallas personales. Al final, la promesa del sueño americano no se trata de que todos puedan alcanzarlo, pero sí de que cualquiera lo haga. Y cualquiera puede ser Rocky.


Acerca de Raúl Orozco 90 Articles
Politólogo y maestro en políticas públicas, entusiasta de los deportes y el cine. Gozo ser testigo de la capacidad creativa de quienes se dedican a contarnos historias, así como conversar y escribir sobre ello.