Para algunos, los créditos de una película representan ese tiempo comodín que les permite llegar tarde a una función, o la señal de que es momento de abandonar la sala.
En cualquiera de los dos casos, saltarse la secuencia de créditos no sólo representa un acto de desprecio hacia quienes participaron en la creación de una película, sino que su omisión significa perderse el primero o último contacto con la historia y el universo planteado en la pantalla.
Con todo esto lo que quiero decirles es que los créditos son algo más que una lista de personas, son una vía de entrada o de salida a la narrativa misma de la película. Los créditos comunican no sólo quienes están involucrados en el filme, sino que proyectan la personalidad de la película.
Un poco de Historia
Aunque el cine mudo ya utilizaba cuadros de texto (intertítulos), se trataban de rótulos hechos a mano que servían para comunicar diálogos, comentarios o para establecer acciones, incluso tiempo y lugar.
Fue George Méliès uno de los primeros directores en utilizar los créditos al agregar su nombre al título de su película Le voyage dans la lune (1902). Por su parte, D.W. Griffith -responsable de títulos como The Birth of a Nation (1915) o Intolerance (1916)- los empleó para anunciar los nombres de los actores que formaban parte del reparto.
No obstante, pese a este uso práctico, fue hasta décadas más tarde que las secuencias de créditos adquirieron mayor relevancia.
Saul Bass, el hombre que lo cambió todo
Originario de Nueva York, Saul Bass (1920-1996) se convirtió en uno de los diseñadores gráficos más importantes de todos los tiempos. Su influencia es tal, que su obra sigue inspirando a artistas de la actualidad.
En 1954, el director austriaco Otto Preminger le encargó el cartel y los créditos finales de su película Carmen Jones.
Para ese momento, Bass ya tenía experiencia en Hollywood, pues había trabajado para Warner Bros. Sin embargo, no le gustaba como se hacían las campañas promocionales en esa época, las cuales estaban centradas en los nombres de las estrellas que aparecían en las películas. Para Bass, el cartel era la oportunidad perfecta de crear el primer contacto del espectador con la cinta.
Lo mismo pensaba de las secuencias de créditos.
Influido por las escuelas del Bauhaus y el constructivismo ruso (ambas caracterizadas por su uso de la geometría y el color), Bass creía que los créditos ayudarían a enganchar al público y crear el clima perfecto para adentrarse en la historia que vería en pantalla.
Fue para una producción del propio Preminger, The Man with the Golden Arm (1955), que Saul Bass creó una de sus primera obras icónicas.
La mancuerna Bass y Hitchcock
Si bien Bass trabajó con directores de la categoría de Billy Wilder y Stanley Kubrick, su asociación artística más reconocida fue la que desarrolló con Alfred Hitchcock.
La primera película en la que ambos artistas trabajaron juntos fue Vertigo de 1958. La secuencia abre con el rostro en primer plano de una mujer para pasar a una serie de animaciones de espirales de colores, los cuales simbolizaban la situación del personaje encarnado por James Stewart.
Posteriormente, colaboraron en North by Northwest (1959) y Psicosis (1960), siendo esta última la que originaría una duda que a lo largo de los años ha rondado la mente de muchos: ¿quién ideó la escena de la ducha? Y aunque, Hitchcock nunca reconoció la colaboración de Saul Bass, el storyboard de la película da una idea de su aportación.
Otros trabajos de Saul Bass
La aportación y el estilo de Bass quedaron de manifiesto en carteles de películas como The Cardinal (Otto Preminger, 1963); The Fixer (John Frankenheimer, 1968); así como el cartel y la secuencia de créditos de Around the World in Eighty Days (Michael Anderson, 1956). Asimismo, junto a su esposa Elaine Bass, crearon los créditos de Goodfellas (1990), Cape Fear (1991), The Age of Innocence (1993) y Casino (1995), todas dirigidas por Martin Scorsese.
En 1969, Saul Bass obtuvo el Oscar en la categoría de Mejor Documental Animado por la película Why Man Creates. Este corto, dividido en ocho partes, se hace una reflexión sobre el proceso creativo. Como dato curioso, el discurso de aceptación de Bass entra en la lista de los más breves en la historia de la entrega de premios, pues sólo dijo: “Thank you, thank you very much”.
Además de trabajar para la industria cinematográfica, el talento de Bass quedó plasmado al crear la identidad grafica de marcas tan reconocidas como AT&T, United Airlines y Kleenex, entre muchas otras.
Hay nombres que han dejado una huella imborrable en la historia del cine y, a cien años de su nacimiento, el de Saul Bass sin duda es uno de ellos.
Por cierto, si tienen curiosidad por conocer sobre el proceso creativo detrás de las secuencias de créditos de película, series y videojuegos, en el portal Art of the Title podrán encontrar una recopilación de los más destacados, así como entrevistas con sus creadores y artículos que detallan su elaboración.