SUCCESSION: una familia bajo la Ley Totémica

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“Por qué, oh mujer, ¿habría uno de tener en cuenta el altar vaticinador de Pitón o los pájaros que claman en el cielo, según cuyos indicios tenía yo que dar muerte a mi propio padre? Pero él, habiendo muerto, está oculto bajo tierra y yo estoy aquí, sin haberlo tocado con arma alguna, a no ser que se haya consumido por nostalgia de mí.”

Edipo Rey, Sófocles.

 

 El Tótem

 Era el año 1913 cuando Sigmund Freud publicó su obra Tótem y Tabú. Es un ensayo metapsicológico que habla del surgimiento de la prohibición del incesto y el famoso complejo de Edipo. En este escrito menciona que las primeras civilizaciones humanas se organizaban en torno a un “macho alfa” que lideraba a los hijos y se reproducía con todas las hembras.

Hartos de este abuso y con ambición a ocupar su lugar, lo matan y devoran. Con temor a sufrir el mismo destino, instauran una ley que prohíbe el canibalismo, el incesto y el parricidio, acciones que hasta la fecha son causa de condena en la humanidad. Desde entonces matar es un pecado, pero matar a tu propia sangre es una abominación.

 

 

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La “nobleza” posmoderna

En Succession, Logan Roy (interpretado por un extraordinario e intimidante Brian Cox) es un millonario, dueño de una empresa multinacional que abarca desde parques de diversiones hasta medios de comunicación. En su cumpleaños número ochenta sus hijos se encuentran ansiosos por saber quién será el nuevo heredero del trono.

Creada por Jessie Armstrong y producida por Will Ferrell y Adam McKay (The Big Short), Succession nos habla acerca de la realeza contemporánea. Creemos que la monarquía ha terminado desde tiempos de La Ilustración y no nos damos cuenta de que sólo ha mutado. Cada hijo de Logan nos presenta una diferente postura de aquél que nació en cuna de oro, a diferencia de su padre que tuvo que ganarlo todo.

Similar al intento fallido de Sofia Coppola en María Antonieta (2006) por mostrarnos cómo las decisiones más importantes de Francia en el siglo XVIII eran tomadas por niños adolescentes que apenas sabían qué hacer con su propia vida; aquí vemos los empleos y destinos de muchas personas en juego por caprichos de esta élite. Desde comprar un equipo de fútbol para ganarse el favor de su papá, eliminar a una prometedora startup como venganza personal, o incluso provocar la muerte de varias personas por negligencia y nepotismo en el lanzamiento de un nuevo satélite.

Estos “mirreyes posmodernos” desde antes de nacer cargan la culpa de saberse afortunados por un azar de ser los hijos de un billonario de Nueva York; en lugar tal vez de un granjero canadiense, como su tío Ewan, hermano distanciado de Logan. No es lo mismo el rico que construyó un imperio, al que da por hecho que su castillo es la única realidad. En esta serie seremos testigos de cómo estos hermanos lidian con la decisión que tome su padre sobre quién debe sucederlo en el trono de esta compañía multimillonaria.

 

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Los Roy en Succession

La familia Roy

Succession inicia en torno a Kendall Roy (Jeremy Strong en su mejor papel), el segundo hijo de Logan que además es un ex alcohólico divorciado. De todos los hermanos, Kendall parece tener el perfil más adecuado: estudió en las mejores universidades, tiene experiencia en la corporación, incluso trabajó desde abajo como becario (se menciona que fue botarga en un parque), toda su vida ha adquirido conocimientos de la empresa aspirando a ser el director, además es el que mantiene un lazo emocional más fuerte con el patrimonio familiar. Sin embargo, es precisamente esa sensibilidad la que para un padre de la generación “boomer” -como lo es Logan- será vista como un punto débil que lo hace dudar e incluso abusar de Kendall.

Por otro lado, Roman (Kieran Culkin) es el exacto contrario a su hermano mayor. Inmaduro, impulsivo, irresponsable y varios adjetivos que también empiezan con la letra i. No teme decir lo que piensa y eso muchas veces favorece que funja como el “comic relief” de la serie, pero no nos dejemos engañar por esa personalidad desafanada, ya que él tiene la misma ambición de dirigir el emporio familiar al costo que sea. La ausencia de remordimiento y su falta de temor para pasar por encima de quien sea, son su mayor fortaleza.

Siobhan (Sarah Snook) o “Shiv” como todos la llaman, es la única hija. Como sucede en toda familia de puros hermanos donde a la niña no la dejan jugar, ella se muestra como la más independiente. A diferencia de sus hermanos, al inicio de la serie Shiv desea obtener poder a través de la política en lugar de heredarlo. Personalmente me parece el personaje más interesante después de Logan, porque conforme avanza la serie vislumbramos que es más parecida a su padre de lo que ella admite. Nos damos cuenta de que su ingenuo y torpe prometido (Matthew Macfadyen) sólo sirve como fachada para aparentar mayor inocencia.   

Por último, Connor (Alan Ruck), el primogénito, y por ende el que por lógica pensaríamos que le tocaría por sucesión ser el heredero. Sin embargo, es el más transparente de todos al mostrarse desmotivado a cargar con tal responsabilidad, prefiere marcar su distancia mientras no pierda su estatus y estilo de vida. No conoce ninguna forma de obtener algo sin dinero, incluido el amor. Prefiere en todo caso ser presidente de EEUU que hacerse cargo de sus hermanos. Al ser hijo de un matrimonio anterior, suele tomar un rol más lejano con la familia, pero eso no evita que su voto cuente al momento de las decisiones más drásticas.

 

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Succession, tercera temporada

 

Parricidio: el tabú

La pregunta es: ¿quién de los cuatro matará a su padre? ¿Quién heredará el puesto directivo? ¿Quién es el más fuerte de todos ellos? Lo más deslumbrante de esta serie fue introducirnos a estos cuatro hermanos durante la primera temporada, para en la segunda hacer a un lado a un debilitado Kendall, que ha sido el único que ha intentado sobrepasar a su padre sin éxito. 

Eso me recuerda que olvidé decir lo más importante respecto al ensayo de Tótem y Tabú. Freud decía que, aunque matar simbólicamente al padre genera culpa, es inevitable.

 Strong nos supo vender la falsa sensación de que Kendall asumiría un papel sumiso toda su vida ante este tótem tan fuerte que no pudo derribar, para más tarde dar un golpe tan fuerte que dará un giro importante a la trama. No sabemos si Logan está enojado u orgulloso de que por fin su hijo muestre valentía en saberlo desafiar o si lo destruirá para no ser él el destruido. Yo voy por ambas. 

Edipo, en el mito de Sófocles, huye de su casa para evitar cumplir la profecía de matar a su padre, sin saber que el rey al que mataría sería su verdadero progenitor. “Hamlet” de William Shakespeare, “Ran” de Akira Kurosawa o hasta “El Rey León” de Disney una y otra vez nos recuerdan que no se puede evitar desear tomar el lugar de poder del que está más arriba y la culpa que esto envuelve. Ya sea ocupar el puesto de tu jefe, ser el favorito de tu mamá o ser el capitán de tu equipo, el complejo de Edipo está en el destino de todos.

 

Tercera temporada: el destino inevitable

 Si no son sus hijos, si no es la propia quiebra, si no es la decadencia de los medios de comunicación tradicionales, o su propio deterioro de salud, algo a fuerzas terminará por derribar a esta figura colosal que representa el símbolo de Logan Roy.

 Succession es una serie brillante que habla de los buitres que merodean esperando que esa silla se libere. Y esta tercera temporada, Kendall, el “hijo pródigo”, ha regresado al juego.