The Devil All The Time (2020) es una inquietante película del director neoyorquino Antonio Campos en la que conceptos como la fe, la maldad y la violencia se ponen en discusión. Esta adaptación cinematográfica de la novela homónima de Donald Ray Pollock cuenta con un extraordinario reparto para relatar las pesadillas de un pequeño poblado de Ohio en el que la necesidad de rezar viene del sempiterno contacto con el mal.
Dios a debate
Resulta necesario comenzar este texto señalando que no he leído la novela que antecede a The Devil All The Time como pieza cinematográfica. Sin embargo, al ver la película no es difícil imaginar los retos que debió suponer la adaptación de una historia que cruza a tantos personajes en una amplia línea temporal. La propia labor del narrador (interpretado por el propio Pollock) en la cinta aparece como recurso de apoyo al espectador.
La historia inicia en Knockemstiff, Ohio en el año 1957. Un hombre y su hijo rezan de rodillas frente a una cruz de madera en medio del bosque. A lo largo del filme nos damos cuenta de los motivos que llevaron al padre a postrarse en presencia de la cruz y de las razones por las que el hijo le dará la espalda.
Para ello Campos nos lleva 12 años en el pasado en el que se tocan las historias de tres parejas con posiciones distintas de lo que significa la fe, la vida y la muerte. Después, la mayor parte de la historia de Campos se desdobla 8 años más adelante del punto de partida en el que un par de huérfanos conviven bajo el mismo techo y, aunque tienen una relación muy cercana, difieren en su postura sobre Dios y su rol en la vida y la muerte.
La fe en clave de sacrificio
La Biblia, en la epístola a los hebreos, define a la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Es la fe la que da esperanza a algunos de los personajes de The Devil All The Time ya que lo que sí se ve, lo que siempre está presente, es el mal en sus múltiples manifestaciones. Pero es también la fe la que los lleva a cometer actos que lastiman a ellos o a los suyos.
La figura del sacrificio es recurrente en la propia Biblia a lo largo de todo el Antiguo Testamento, particularmente con la figura del cordero. Al centro del Nuevo Testamento se encuentra el propio sacrificio de Jesús como el cordero de Dios. Incluso Abraham se ganó el mote de El Padre de la Fe por estar dispuesto a ofrecer a su propio hijo como sacrificio para agradar a Dios.
En ese sentido es que los tres varones que forman parte de las tres parejas mencionadas anteriormente se vinculan a la figura del sacrificio. Los personajes de Bill Skarsgard, Jason Clarke y Harry Melling, aunque de maneras diferentes y con motivos distintos, ven en sus ofrendas una vía para trascender. Si de manera romántica se dice que los ojos son la puerta del alma, en un lugar franqueado por el demonio, los ojos son la puerta al infierno. No por casualidad la fuerza de su actuación recae en la mirada, particularmente.
La condena del pasado
Hay en The Devil All The Time referencias al peso que para algunos personajes supone su pasado y, específicamente, su genealogía. Esto se observa con mayor claridad en los personajes de Tom Holland y Eliza Scanlen. Las vidas de ambos se cruzan como consecuencia de los yerros de sus padres. Sin embargo los dos encarnan posiciones distintas con relación a la fe profesada por sus respectivas familias. Para uno Dios sigue siendo la roca y fortaleza, mientras que el otro duda de su poder y de las formas en que obra.
La importancia de la genealogía y la manera en que las acciones de los padres repercuten en los hijos es una idea que la cinta retoma de la misma tradición judeo-cristiana. Por citar un solo un ejemplo bíblico, en el libro del Éxodo se señala que Dios visita la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la cuarta generación. O bien, como sucede en la tradición católica particularmente, apenas nace un niño éste ya carga con el pecado original, arrastrado de generación en generación desde la transgresión de Eva y Adán.
Así pues, no resulta fortuita ni caprichosa la decisión de construir la historia como una serie de relaciones que se conectan entre sí y que vinculan a una generación con otra. El pasado aparece en The Devil All The Time, como en la tradición judeo-cristiana a la que se ciñe, como una condena. Y es así que la fe aparece como una esperanza al final de cada jornada de que la mancha será lavada.
Una gran apuesta de Netflix
Basta con observar el reparto de The Devil All The Time para saber que esta es una de las grandes apuestas de Netflix de cara a la siguiente temporada de premios. Tom Holland, Robert Pattinson, Bill Skarsgard, Jason Clarke, Harry Melling, Mia Wasikowska y Eliza Scanlen son nombres con los que el público se encuentra familiarizado. Todos ellos entregan notables actuaciones.
El nivel de las actuaciones es destacado al punto de que Tom Holland, que no entrega una mala actuación, palidece frente al resto del reparto masculino a pesar de ser el protagonista. Ya se mencionó el poder de la actuación de Bill Skarsgard, Jason Clarke, Harry Melling y lo que logran transmitir con su mirada. Pero Robert Pattinson intimida con su personaje y encanta como actor en cada una de las escenas en las que aparece.
Sin embargo, The Devil All The Time puede resultar difícil de seguir en algunos momentos dada la multiplicidad de personajes y motivaciones alrededor de estos. La película demanda el esfuerzo de su espectador pero le ayuda poco a transitar por la misma. Ese puede ser el mayor pecado en un filme que habla, entre otras cosas, sobre errar. Aún así The Devil All The Time es una película a la que vale la pena aproximarse para horrorizarse con las decisiones que se toman en las fronteras de la fe.