Tú y yo fuimos algunos de los afortunados sobrevivientes al desastre de 2016 conocido como Suicide Squad. Otros, como Warner, se salvaron por muy poco y algunos más no lo lograron (David Ayer, director de aquella olvidada entrega).
Recientemente volví a ver esa película y solo puedo decir que se pone peor con el paso del tiempo. Recordemos que fue vendida como LA película de superhéroes del año, intentando superar a Deadpool, Civil War o Batman v Superman estrenadas algunos meses antes.
El desastre llamado Suicide Squad
Los fans esperaban redención después del mal sabor de boca que dejó Zack Snyder, pero claro, las expectativas estaban realmente bajas. El trailer de Suicide Squad explotaba al ritmo de Bohemian Rhapsody y llamaba la atención por el gran ensamble de celebridades que darían vida a la escoria de DC Comics.
¿Qué fue lo que en verdad obtuvimos? Una película extremadamente apresurada y anticlimática que invirtió todo su presupuesto en los derechos de su soundtrack pero que se olvidó de darnos una trama por lo menos interesante, eso sin mencionar al altamente desechable antagonista, al Joker más mediocre del cine y los efectos especiales peor ejecutados del género.
Gunn al rescate
En un intento de Warner por aprender de sus errores, contrató a James Gunn para reconstruir todo desde los cimientos. Una elección comprensible ya que el director venía de dar vida al oootro gran equipo de superhéroes más famoso del momento: Guardians of the Galaxy.
Warner no sólo le dio una oportunidad al director, sino también carta abierta para hacer y deshacer a su antojo. Y eso nos trajo The Suicide Squad, una película que intenta reconciliar su pasado y avanzar hacia el futuro, sin embargo, ¿es este intento todavía oportuno?
Mejor que la “original”
La única comparación pertinente entre la primera y la segunda entrega es la siguiente: esta cinta, The Suicide Squad, si tiene, por mucho, una trama con más pies, más cabeza y más consciencia narrativa (al menos, guardadas sus proporciones con la entrega anterior).
En esta ocasión un nuevo escuadrón suicida liderado por Bloodspot (Idris Elba) debe infiltrarse en la isla de Corto Maltese para detener los sobrenaturales planes de un gobierno que podría atentar contra el mundo. Y, más importante, contra el pobre e indefenso Estados Unidos.
El cine de superhéroes se ha viciado tanto que Gunn no puede escaparse de eso: si bien, hay momentos muy suyos (identificables por el extravagante humor del director), le cuesta mucho dejar de lado su pasado en Marvel u olvidarse de los escombros que dejó Zack Snyder en entregas anteriores del DCEU.
Esto provoca que la historia no se sienta para nada original. Es la misma narrativa de siempre con un par de chistes más y ciertos momentos medianamente memorables.
Los problemas
El problema principal de la cinta es que juega con dos tramas muy importantes, una más interesante que la otra: por un lado, habla de un golpe de estado y la infiltración de un súper-equipo para desmantelar un nuevo y peligroso gobierno: siempre escuchamos o vemos que se habla de esos grupos capaces de destruir regímenes, y aquí logramos tener algo de eso.
Pero cuando esa trama (la mejor lograda) termina, comienza el declive de la historia. No basta con decir que a partir de ahí pesan mucho los siguientes 30 minutos de la película, también es muy difícil creer en el agigantado paso que da la historia hacia una pelea de proporciones “cósmicas” cuando el equipo debe enfrentarse a un ser de otra dimensión.
Y es ahí donde el viciado cine de superhéroes hace su aparición: la resolución es tan intrascendente, repetitiva y básica que opaca el humor medianamente perspicaz que Gunn desarrolló a lo largo de las dos horas anteriores.
No parece que se haya divertido tanto escribiendo este acto como lo hizo con los anteriores, más bien, me hace pensar que le ganó el tiempo y le urgía cerrar la historia pronto sin importar qué tan ridícula podría llegar a ser esa conclusión.
La comedia
Respecto a la comedia, bueno, los chistes no cansan y existen momentos más ingeniosos que otros, pero en su mayoría no dejan de ser evidentes y simplones. Será opinión de cada decidir si es comedia fácil o de la que realmente vale la pena.
Debo mencionar que en esta película el personaje de Harley Quinn se siente muy repetitivo e irrelevante, sobre todo después de protagonizar su propia película, Birds of Prey.
A mi parecer, sus escenas y su gran final son de lo más pesado y aburrido de la historia, casi parece que su intervención sólo está ahí para justificar la conexión entre la entrega anterior y esta.
Quizás Gunn comprendió que era hora de darle más protagonismo a otros elementos como el trío que conforman Bloodspot, Rick Flag (Joel Kinnaman) y Pacemaker (John Cena), tres corpulentos personajes que se ridiculizan los unos a los otros, o Ratcatcher (Daniela Melchior) y la amistad que forja con King Shark (lo mejor de la película).
Llega tarde
Warner podría haber descubierto una enorme ventana de oportunidad: dejar en paz a los tres grandes y fijarse en personajes menores con alta capacidad de exploración.
Lamentablemente, The Suicide Squad llegó muy tarde y carga el peso no sólo de una mala precuela, sino de todo un universo que ha fallado en cada ocasión. Sin embargo, es un comienzo aceptable para lo que podría traernos el futuro.
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