Ni la pandemia pudo detener los remakes. Ahora toca el momento de llevar a la pantalla grande (o la chica en el caso de Estados Unidos donde llega directo HBO Max) la readaptación de The Witches, filme de 1990 (también basado en un libro homónimo) que cuenta con una fanaticada bastante fuerte. ¿Quién no recuerda en su infancia haber visto a esas icónicas y horribles brujas que odian a los niños y desean convertirlos en ratones?
Para el remake del 2020, Robert Zemeckis es el director de esta nueva versión que no va más allá del destino de la cinta original, y si acaso aquí el camino es mucho más turbulento que en el pasado.
Viejas ideas, nuevos efectos
La película no agrega ni propone nada que no hayamos visto antes, por lo que es bastante cuestionable la concepción de este filme más allá de una intención meramente monetaria. Cintas como la más reciente versión de El Rey León al menos apostaban al desarrollo tecnológico a pesar de que la historia no sufriera prácticamente ningún cambio. Para The Witches de 2020, el cambio más notable es el uso de CGI, que termina por robar algo de la magia de la original (de hace ya 20 años) que aún se sostenía con efectos prácticos.
En ambos filmes hablamos de un chico que, tras quedar huérfano, se muda con su abuela quien le cuenta lo terribles y feas que pueden ser las brujas. Tras una serie de sucesos, terminan en un hotel lujoso donde precisamente estas horribles mujeres tienen su reunión anual.
Un cast diverso
La modernidad obliga a una diversificación de su cast, lo cual siempre es bienvenido. La actuación de Octavia Spencer, interpretando a la abuela, es quizás lo más interesante del filme. Por otra parte, Anne Hathaway, protagonista de la historia como la bruja mayor, no es escalofriante ni tiene las protuberancias que tanto caracterizaban a Anjelica Houston en 1990. Por el contrario, tiene un acento bastante exagerado y sus fosas nasales se dilatan tal como sucedería en una caricatura para niños. Su actuación termina siendo bastante cómica en vez de aterrorizante.
Y es precisamente en la comedia donde finalmente radica esta nueva adaptación. El filme se convierte en una película muchísimo más familiar, menos «amenazante», al punto en el que solo puede funcionar para el público al que está focalizada. No le habla a otras audiencias como lo hacía su homónima de 1990, y mucho menos puede atraer a los que eran fanáticos del proyecto noventero.
Menos terror y más tersura
The Witches era una cinta oscura y auténticamente aterradora que con muchos menos recursos monetarios y tecnológicos provocaba terror y en algunos casos auténticos traumas infantiles (recuerdo a algunos amigos que aún hoy día no pueden ver de nuevo la cinta original) mientras que este remake, si bien sabe conectar algunos sustos, carece de la mística del filme original.
En ese sentido, sorprende que Guillermo Del Toro forme parte del pool de guionistas, y que Alfonso Cuarón sea productor, ya que ninguno de sus valores artísticos se ven reflejados. Vamos, ¿se imaginan qué hubiera pasado si Del Toro hubiese tenido control creativo sobre esta cinta? Esas brujas se hubieran convertido en la pesadilla de una nueva generación.
Al final, The Witches queda como un proyecto sin innovación, cuya propuesta se limita a convertirse en una cinta meramente familiar, menos ruda y que probablemente decepcionará a muchos fanáticos del filme de 1990.
Quizás solo funcione para el padre de familia que ya no encuentra cómo entretener a sus hijos durante esta cuarentena…