Estoy casi seguro que todos los mexicanos (excepto tal vez los millonarios) hemos sido atendidos alguna vez en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y la experiencia seguramente ha sido la misma para todos: malos tratos, tiempos de espera enormes, instalaciones que dejan mucho que desear, equipo insuficiente, y ahora sumemosle la escasez de medicinas, el gran regalo de este sexenio.
Pero al final de todo este horrible laberinto burocrático, usualmente nos encontramos con un doctor que la más de las veces es eficiente, que sabe, y que hace todo lo posible por curarnos, a nosotros y a los cientos de pacientes que diariamente acuden al IMSS.
En resumen, lo mejor de la institución, lo que la levanta de entre todo ese abandono presupuestal al que los gobiernos siempre la someten, es justo sus doctores y enfermeras, que a pesar de lo mal pagados, del exceso de pacientes, de lo mal equipados y de la ausencia de medicinas, se las ingenian para sacar adelante la salud de un país completo.
El mundo de un hospital público
En This is going to Hurt (miniserie de siete episodios creada por la BBC y disponible en México en la plataforma de HBO MAX) se narra la historia de Adam Kay (esupendo Ben Whishaw), un médico residente que trabaja en un hospital de la NHS (National Health Service), el Sistema de Salud Nacional del Reino Unido, uno de los organismos de salud pública más importantes del mundo.
Guardadas las proporciones, el NHS de allá es como el IMSS de acá, ambos son gratuitos (financiados por impuestos, claro) y ambos atienden a la población en general. Kay trabaja en el área de gineco-obstetricia, que es la encargada de atender las decenas de partos que ocurren diariamente en el área.
Trabajar sin equipo
This is going to hurt es la crónica del día a día en este hospital que, por tratarse de la NHS, tiene todos los problemas de un hospital público (en el primer mundo también se cuecen habas): saturación de pacientes, falta de personal, equipamiento viejo o inexistente.
Cuando la serie inicia, vemos a Adam dormido en su paupérrimo auto. No sabemos si se quedó dormido al estacionarse o más bien es tanta su fatiga que ni siquiera alcanzó a irse a su casa la noche anterior. Su trabajo inicia apenas saliendo del auto: una mujer está dando a luz en pleno estacionamiento por lo que el doctor, no importando su cansancio lleva a la paciente como puede al quirófano, aunque ello signifique quedar lleno de sangre en brazos y piernas. “Bienvenido a la NHS”.
Adam no es muy sociable, es algo petulante y se sabe mejor que todos los doctores de ahí, pero es muy celoso de su deber, así sea cansado o a regañadientes, atiende a todos los enfermos que puede.
El anecdotario de un doctor
Las anécdotas del doctor Adam varían de lo chistoso a lo inverosímil hasta lo increíble: la vez que un papá llegó al quirófano borracho y meándose en pleno parto, el caso de una adolescente claramente perturbada que se mutiló los labios mayores de su vulva, o la vez que -haciendo un mal diagnóstico- Adam mandó a su casa a una joven quien al día siguiente regresó con un dolor profundo y tuvieron que sacarle a su bebé meses antes de los nueve obligatorios.
La serie es particularmente efectiva en contagiar la angustia y el estrés que significa trabajar en un hospital público. La cámara a cargo de Benedict Spence y Nick Cooke no es particularmente discreta, por lo que veremos más de una vez como el bisturí abre el vientre de alguna mujer embarazada mientras los doctores sacan a un bebé que viene con el cordón umbilical en mala posición, o cuando un bebé hay que sacarlo con fórceps, o cuando después del parto la mamá se desangra. Hay mucha mucha sangre en este show, no más de la que se podría ver en un hospital de verdad.
Cero ficción
La razón por la que todo esto suena tan real es simple: Adam Kay no es un personaje de ficción. La serie está basada en las memorias del propio doctor -médico residente de un hospital NHS-, que publicó en un libro homónimo que es un best seller en Reino Unido.
This is going to hurt aborda también la vida personal del doctor, quien vive enclosetado, sin hacer muchos amigos, pero que está a punto de comprometerse con su novio, ante la mirada reprobatoria de su madre y las quejas de su pareja porque nunca llega a tiempo a nada. Y es que, Kay nunca sabe decir no, los enfermos no saben de horarios de salida y ante la precaria situación no queda de otra más que apechugar.
La música merece mención aparte: orgullosamente brit, el soundtrack se compone de piezas a cargo de Jarvis Cokcer, Chemical Brothers, The Libertines, Hooverphonic, Radiohead, Death in Vegas y muchos más.
Todo esto suma a la atmósfera de desesperación constante, la angustia por el errar en el trabajo y cómo es que ese sentido de responsabilidad sumado a la falta de personal, termina por cobrar cuota en quienes se encargan del problema.
Darlo todo por los pacientes
Al final la serie termina siendo una durísima crítica a la situación de precariedad con la que opera el NHS, y uno no puede sino pensar que de este lado las cosas son mucho peor, ahora incluso sin medicina.
Adam Kay es también el guionista de la serie, una serie que mediante un drama equilibrado y muy bien actuado, muestra cómo los doctores de los hospitales públicos se desviven por hacer su trabajo, cuestionando siempre las malas condiciones laborales y la presión a la que están sometidos.
Y esto último (guardadas las proporciones) es lo mismo que sucede en el IMSS: una escasez brutal, excepto de doctores y enfermeras que lo dan todo por sus pacientes.